Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




lunes, 28 de diciembre de 2009

Segunda noche natal...



El Alma Condenada, vestida en blanco lunar, se arrodilló junto al epitafio, con un manuscrito entre sus manos. Nuevo y antiguo, pergamino encuadernado en escama azul, cierres de plata selena. En su portada, su signo, la estrella de cinco puntas.


"Tú amabas las estrellas tanto como yo..." susurró dulcemente. "Y aún recuerdo cuando las contemplábamos acurrucados en la arena, arrullados por el mar, mirándolas por el puro placer de disfrutar de su luz. Por ello, te regalo todas esas estrellas..."

Abrió el libro. Y de cada página brotaban constelaciones, nebulosas, galaxias enteras, que giraban como un brillante planisferio alrededor del afortunado lector del mágico domumento. Con cariño, el Alma Condenada cerró el manuscrito, con una llave cristalina fabricada en lágrimas, y lo depositó sobre el musgo.


De nuevo, un año más. De nuevo, un regalo.

La Memoria no conoce el Olvido.






(Los lobos siempre nos enamoramos de la Luna, y por ende, de las estrellas... la Luna llena se acerca...)


jueves, 17 de diciembre de 2009

Por qué...



"¿Eres feliz, Alma Condenada?"

A veces no. A veces sí.

"¿Luz?"

Tal vez.

"¿Oscuridad?"

Tal vez.

"¿Por qué?"

Es mi cruz, Trobador, preguntarme por qué sigo llamando a su nombre.

"Pero eres feliz a veces."

Sonrío. Sí.






Nothing’s ever changed, you still turn away
You’ve washed your hands, you’ve made that all too clear
You just keep on living this lie.

You refuse to see, you’re denying me
the cross I bear but you don’t seem to care
Even Judas knew he had lied

I keep wondering why
I’m still calling your name through my tears

Why have you waited to embrace me my dear?
Cold is your silence, denying what is real
I’m still wondering why
I’m still calling your name my dear

I’m sorry if you can’t stand the naked truth
All you see is how you want it to be
So you keep on living your life

Release me from this cross after all these years
Oh call my name and help me with this weight
Even though it comes far too late

I keep wondering why
I’m still calling your name through my tears

Why have you waited to embrace me my dear
Cold is your silence, denying what is real
I’m still wondering why I’m still calling your name
and I wonder, oh I wonder

In my heart I still hope you will open the door
You can purify it all, answer my call

Why? Why?

Why have you waited to embrace me my dear?
Cold is your silence, denying what is real
I’m still wondering why I’m still calling your name
and I wonder, oh I wonder

In my heart I still hope you will open the door
You can purify it all, answer my call.



El Trobador también sonrió.

"¿Entonces, por qué esta canción?"

"ES perfecta para definir lo que le ocurre a mi corazón respecto a él."

"¿Cómo puedes no llorar, sintiéndote así?"

Ella siguió sonriendo.

"Porque no fue a él a quien vi hace dos noches en mis sueños."

"Ese sueño no era tuyo, fue un inciso brusco. Puede que no lo crease tu mente."

"Lo sé..." su voz comenzó a adormilarse, su cuerpo también. "Pero fue hermoso darle la bienvenida de vuelta. Aunque fuese en sueños..."


(Bella canción que ayuda a cuestionarse por qué llamar a quien nunca responde... nada puedo decir, la letra expresa todo mi sentir... lápida escrita en honor a un extraño sueño.)


sábado, 28 de noviembre de 2009

Paseando entre tumbas (dos años después)


Ella vuelve. Sonriente, serena, tranquila. Pero con la tristeza bailando en sus pupilas. Viene de la Esfera del Luz Austral, uno de sus refugios de paz, allí donde su ser no tiene que rendir cuentas a nada ni a nadie.

Pero el Alma Condenada no puede evitar la pena. No esta noche. No esta fecha.

Hace dos años de la muerte de su Amor.

Y a veces teme haber muerto con él.

Su cuerpo se ha vuelto frío y distante. Rara vez desea que lo acaricien, que lo toquen siquiera, y cuanto más tiempo pasa, más se agrava. Su mente le susurra que su cuerpo no aceptará ningún calor que no logre hacer latir su corazón. Y que se quede en él.

Con sus ropajes negros, el cabello suelto y ondeando en la brisa cálida del eterno verano de su Cementerio, camina descalza por los senderos de mármol, a la luz de las velas que tililan desde las lápidas, las ramas y la hierba. La serenidad le aporta sabiduría a su sonrisa... y a su dolor.

¿Qué ofrenda conjurar? Ningún regalo le parece lo suficiente. Ninguno podrá demostrar la magnitud de sus sentimientos. Y el Alma Condenada no tiene ya su Rubí para ofrecerlo a la tumba de su Amor, al epitafio.

Pero ella camina, silenciosa y tranquila, hacia la arboleda sagrada. Duendes y espiritus la miran, asomándose tímidamente tras los panteones y los mármoles. Ángeles de piedra sirven de soporte a los demonios que, como gárgolas, se posan en las petrificadas alas para observarla. Y ella les contempla con cariño y ternura, a ellos, sus esencias, sus compañeros.

Sin embargo, sólo ella entra en el espacio que circunda la arboleda. Sólo ella se acerca al Árbol de las Esferas. Sólo ella se arrodilla junto al epitafio. Y sólo ella vio la ofrenda.

Un puñado de cristales rojos.

Sus fragmentos. Su Rubí. Sus esencias los reunieron... pero no puediron hacer más. La miraron desde sus lugares, tras los árboles, con espectación y una muda súplica.

Tú eres Nosotros. No nos abandones.

El Alma Condenada sonrió. Tomó los cristales en sus manos y los desplegó sobre el musgo mullido, los ojos alerta y los dedos ágiles. Se acomodó ante el pequeño tesoro, dando la espalda al epitafio.

Y comenzó a encajar las piezas.

Era un proceso lento, ella lo sabía. Harían falta tiempo y paciencia, y a veces alguna pieza volvería a soltarse, y a veces creería que no le quedaban fuerzas para proseguir la tarea, y a veces las lágrimas no le dejarían ver bien los cristales, y a veces tendría la tentación de girarse, y, quizás, cediese.

Pero era su Rubí, y ninguna otra joya llenaría el hueco de su pecho.





Ciclo tras ciclo,
cambia la luna,
el transcurrir
de las horas, de los años,
de la Historia.

Escondidas
en el silencio
palabras perdidas,
tristeza
y lamentos.

Quisiera creer,
y no puedo.
Me es imposible
conservar
ese sueño.

Todo di,
por otros viví,
entregué todo
a otros,
a tí.

Es mi tiempo,
es mi memoria,
es mi vida,
es mi Amor
lo único que deseo ahora.


(Esperaré cuanto haga falta... mientras reforjo mi corazón...)



domingo, 22 de noviembre de 2009

Lenta sentencia de muerte...



Me ahogo.

Me ahogo.

¡Me ahogo!


Jadeante, rendida, de rodillas en un círculo de luz impura, única mancha en tinieblas. Con desesperadas inspiraciones se aferra a una pobre vida. Ante ella, fragmentos rojos y cristalinos, como sangrientas cenizas. El rubí que ella no logró romper, yace destrozado a sus pies, derrotado por una garra silenciosa y asesina.


Me ahogo, no puedo...

... respirar...

... duele...

¡Duele!


Una mano en su cuello, bloqueado y estrangulado, la otra en su pecho, en el hueco desgarrado, antaño soporte de la joya perdida. Y sólo sus lágrimas logran limpiar algo de la sangre que mancha su cuerpo. Tan lejos de su Cementerio, y a la vez tan cerca, pero sus muros no pueden protegerla. Nada puede. No esta vez.


Muy bien...

¡Muy bien!

¡Te deseo felicidad!

¡Te deseo mucha felicidad!


Risas envenenadas cubren este última declaración. Unos ojos enloquecidos miran al cielo negro, mientras la niña pequeña que llora se corrompe con el deseo de venganza. Sus palabras no son una bendición.


Sí... deseo que seas inmensamente feliz...

¿Sabes por qué?


PORQUE CUANTO MÁS FELIZ SEAS, MÁS SUFRIRÁS CUANDO TODO TERMINE. PORQUE TERMINARÁ. Y ENTONCES CONOCERÁS EL SABOR DEL DOLOR QUE SE SIENTE CUANDO QUIEN MÁS AMASTE TE DESECHA. SÍ, MI ÁGUILA, SÉ MUY FELIZ...



(Esta vez, un secreto se esconde de las miradas mortales... sólo quienes escojan la oscuridad podrán conocer la última respuesta... y también el alcance de mi crueldad...)

jueves, 12 de noviembre de 2009

Y en la oscura habitación...



Silencio, sólo silencio, siempre silencio. En la penumbra azul, tímidos rayos de Luna intentan atravesar la oscuridad en diminutas ráfagas.


Crujidos, susurro de sábanas, rozar de una piel, suspiros. Esta noche el sueño no desea llevársela.

Finalmente, se desliza la primera lágrima. Es un llanto ahogado, apenas audible, sollozos levemente interrumpidos por bocanadas de aire. Un llanto primigenio, puro, una niña pequeña que llora.

Dos brazos desesperados se alzan hacia lo alto, manos ansiosas arañando el aire, intentando encontrar algo en lo que aferrarse. Sólo encuentran vacío.

En murmullos lastimeros, no para de repetir "Yo creo... yo creo...", invocando a seres que nunca responden a sus llamados. Pero su alma cree en ellos, y es por eso que, cerrando fuertemente los ojos, extiende la punta de sus dedos esperando rozar un rostro, una piel, un aliento que demuestre... que no está sola. Que no se equivocó al creer que hay más mundo que el que podemos ver.

La niña llora acompasadamente, a escondidas, el dolor y la soledad.

Las lágrimas arrastran la negrura, sus sollozos se tranquilizan, sus párpados se cierran. Purificada, serena, en calma, se duerme.

Desea soñar con su Rey de los Goblins.

Desea no tener que despertar a la realidad.

Desea una voz que nunca oirá.

Silencio, sólo silencio.

Una noche más.



(... necesito oír tu voz... baila, magia, baila... y llévame contigo... nunca te tendré. ¿Verdad?)

jueves, 22 de octubre de 2009

Tristeza


"No te ahogues, Alma... no te ahogues..."

Fina lluvia cristalina, húmeda y afilada como miles de agujas cayendo desde la Nada, cielo de ausencias gris plata. Todo el Cementerio recibe sobre sí la caricia del agua, fría, penetrante. Los árboles se empapan.

Y todos sus habitantes, juntos en el Árbol de las Esferas, hacen de vigías a la figura empapada envuelta en ropas negras y ovillada junto al epitafio. Sus cabellos chorrean, su piel se enfría y humedece.

En un coro de armonías, sus esencias la conminan.

"No te ahogues, Alma mía... no te ahogues..."





Dolor sordo, calmado,
casi domesticado,
los ángeles no lloran
y acumulan en su torso
una opresion, un murmullo
de amarga decepción.
El llanto sería la solución.
Ahoga, encierra, enclaustra,
la mejor prisión
es uno mismo y sus esperanzas,
rotas o incompletas
o selladas.
Segunda piel, fría y húmeda,
se ciñe al cuerpo,
se fusiona con el alma,
se apodera de todo
dejando una estela helada,
dejando Nada.
Me cuesta respirar
bajo esta pesada carga
que habita en mi pecho
y se desvela en mi mirada,
mi mente inundada
clamando por piedad
que cese el daño,
y no logro llorar.
Extraviada, aislada, esquiva,
ausente, vacía, perdida,
sólo queda mi orgullo
para esconder mi Tristeza
.



(Ojalá pudiera culpar a alguien de mi estado, pero la culpa es únicamente mía... no aprendí a ser egoísta sin sentir remordimientos, y ahora es muy tarde para empezar a serlo...)

lunes, 5 de octubre de 2009

Viento helado



Hace frío. Un frío que penetra en los huesos. Que hiende la piel, desgarra las venas y encoge el corazón.

Porque no es un simple aire, ni tampoco algo de que el Alma Condenada se pueda abrigar. Ese frío nace en su interior, de él proviene y en él arraiga. Es el frío de la tristeza, y de la soledad.

Porque en su cementerio, está sola. Duendes, espíritus, ángeles, demonios, incluso el Trobador, no dejan de ser emanaciones suyas, más... ¿qué otra criatura de carne y sangre, de hueso y de alma, ha penetrado jamás en su reino, desde los tiempos en que la esfera brillaba?

El Alma Condenada anhela un sentimiento que ya no está a su alcance, que parece rehuirla. No es fácil hacer latir su corazón.

Y los corazones que no laten no viven.

A ella le da igual. Hace tiempo que perdió su corazón, que su pecho esta vacío, que se contenta con su Rubí incrustado, vano amago de la joya que en su noche poseyó. No se puede recuperar lo perdido, y en el juego más peligroso el Alma Condenada perdió su apuesta.

"¿Dónde estás? ¡Te necesito!"

Vuelve a sentir frío. Vuelve a sentir terror cuando la noche se acerca. Vuelve a temer a la hora de Morfeo.

Sueños, sueños, sueños... de los que nunca escapará.

Hace frío.

Y el Alma Condenada sólo puede desear.


(¿Es burla intención o desdichada casualidad que utilices los mismos días que yo noches para escribir mis lápidas al más allá?)


martes, 22 de septiembre de 2009

Música de lobos




Yo soy la voz de tu Historia, la voz de la magia y de la Luna...

Responde a mi llamada, di mi nombre, y te revelaré los secretos y enigmas...

Porque soy la voz que está en el viento, y por lejos que estés, te acariciaré con mi aliento y llegaré hasta el fondo de tu ser...

Tráeme la paz, sobre luchas y riscos afilados...

Porque soy la voz del pasado y del futuro, y aunque me des la espalda e intentes negarme, estoy ahí... siempre he estado ahí...

Tan sólo llámame, y estaré ahí para tí.

Porque soy la Voz, la Llamada.




(Voz oscura que evoca al agua es mi nombre celta... ¿acaso mi nombre provoca el llanto? ¿O seré la Luna que agite las mareas de tu ser?)



sábado, 29 de agosto de 2009

Leyenda a medianoche



Aire cálido. Cielo de terciopelo morado en su corazón, que se va aclarando hasta volverse de un turbio naranja en la línea del horizonte. Brillantes hojas verdes rumoreando al son del viento. Y cientos, miles de estrellas compiten en fulgor y en pureza.

El estío no se muestra avaro con sus regalos en el Cementerio de los Olvidados.

La sombra del Trobador busca por las blancas avenidas a aquélla que es el alma de este lugar. Pero no ha de encontrarla si no es en la sagrada arboleda, acurrucada en una vigilia somnolienta en su lecho de musgo. A pocos pasos, el epitafio.

"Te estaba buscando"

El Alma Condenada suspiró, felicidad calma y adormilada.

"¿He de tallar un nuevo fragmento?"

La sombra sonrió.

"Si así lo consideras..."

En la hora de la magia, se forjó esta leyenda...






Caía el Sol en su lecho acuático cuando, al albor de los tiempos antiguos, la encontraron en el acantilado.

Ella era tan luminosa como misteriosa, tan cristalina como insondable, tan llameante como serena. Se limitaba a contemplar el horizonte, con sus ojos repletos de enigmas y respuestas, aguardando sin impaciencia, existiendo en su realidad.

El primero fue el león de pelaje blanco, orgulloso de su radiante melena alabastrina y de sus brillantes garras como cuchillos de obsidiana. Caminaba con altivez y seguridad, majestuoso príncipe de la sabana, señor de su linaje.

Se acercó a la lobo y aguardó.

"¿Qué es lo que buscas?" fue la pregunta que ella inquirió con voz serena.

"Siete veces se ha elevado el Sol el mis viajes. Rey y señor de mi territorio, he escuchado a mi inquieto corazón. Busco a una dulce princesa, delicada y frágil, a la que proteger como eterno caballero, y a la que guardar en una torre de cuanto quiera herirla. Busco a aquella que completará mi alma con la suya, siendo ella la feminidad trémula y yo la fuerza del guerrero."

La lobo sonrió de forma misteriosa.

"Sigue tu camino. Aquí no hallarás lo que buscas."


El segundo fue el zorro de manto flamígero, tímido y esquivo, con humilde orgullo de su poblada y suave cola de nieve y rubí y de sus afilados dientes de perla. Andaba con delicado silencio sobre sus guantes de negro ónix y mostraba astucia en sus ojos, señor de los ladrones, rey sin corona por legítimo derecho propio.

Se acercó a la lobo y aguardó.

"¿Qué es lo que buscas?"

"Siete veces me he ocultado a la sombra de la Luna en mi periplo. Aventurero cuyo único reino es el camino, algo falta en mi interior. Busco a una poderosa reina, ama y señora en cuanto envuelve castillo y fortaleza, en cuyos brazos cobijarme y ser dulcemente atendido. Busco una guerrera a la que querer y desear como protectora y amante, siendo ella mi bastión y yo su tesoro constante."

La lobo sonrió de forma misteriosa.

"Sigue tu camino. Aquí no hallarás lo que buscas."


Los días y las noches se turnaron en rápida sucesión, convirtiéndose en días, meses, años, cuando finalmente el lobo llegó.

Hijo de Artemisa, era como un ángel caído que hubiera descendido del Edén por decisión propia. Su pelaje iba del negro al blanco, pasando por el gris, en sus ojos verdes se leía la nobleza aliada con el ingenio, y en su caminar se adivinaba por igual al guerrero y al artista. Sus dientes, tan afilados como sus garras, daban un toque maligno a la ternura de su suave piel.

Se acercó a la lobo y aguardó, sentándose sobre sus ancas para contemplar con ella el océano.

"¿Qué es lo que buscas?"

"He contemplado mil atardeceres, pues como tú soy hijo del crepúsculo y adorador de la Luna. He escuchado en el viento susurros, he sumergido mis pensamientos en las silenciosas aguas, he danzado con los compases del fuego, he volado al Cielo y al Infierno a reírme de ambos y forjar mi propio reino. Busco a mi reflejo en el espejo, a mi pareja de alma, a mi igual. Te busco, dama y guerrera, aquella que somete mi voluntad sometiéndose ella a la mía, frágil fortaleza de cristal acerado, tú que para mí serás a la vez quien me guarda y quien me vea como su guardián. No te quiero debajo, ni encima, te quiero a mi lado. Una sola alma en dos cuerpos esparcida, para siempre... hasta que nuestro mundo se extinga..."

La lobo lo miró con su misteriosa sonrisa.

"No buscaremos más. Nos hemos encontrado."

Dos voces subieron a las estrellas entre aullidos que eran canciones y risas eternas.



La sombra, el Trobador, curvó hacia arriba sus labios de aire en un divertido mohín.

"Esa leyenda no es real."

"No..." ronroneó el Alma Condenada con esa voz heraldo de Morfeo, mientras sus párpados se cerraban, acurrucada bajo el Árbol de las Esferas. "... pero es hermosa."

Y mientras el nuevo fragmento se tallaba en su correspondiente lápida, el Trobador cedió al Sueño la vigilancia del Alma Condenada.


(Una leyenda que jamás tuvo lugar... será una premonición o una simple historia olvidada?)

jueves, 2 de julio de 2009

Soplan los vientos del cambio...



Fin de un ciclo, comienzo de otro. Tras tres años de dar tumbos en unos estudios que despreciaba, por fin se atisba mi libertad. Hoy, se ha dado el primer paso en mi nuevo camino hacia la Historia y, quien sabe, una nueva vida.

Me planteo muchas cosas: qué haré, qué no haré, a quienes conoceré... la Universidad me abre sus puertas de la mano del pasado, en la ciudad que late con su propia alma nocturna de piedras milenarias iluminadas por luces doradas. Mi propio ser se ha unido con esta antigua urbe, y vibro cada vez que piso sus vetustas calles.

Pero además, conoceré por fin esa ilusión largo tiempo negada: saborear la vida universitaria, y encima en uno de los campus más antiguos y boscosos de esta tierra. Y al disponer de acceso a sus instalaciones, se me ofrece también la oportunidad de nadar, practicar arquería o kung-fu y ejercitarme en cuerpo y mente, para seguir madurando.

Y quizás, sólo quizás, aparezca por fin mi compañero vital, aquél que me completará y complementará, mi persona especial.

Porque a veces, aún a pesar de esta felicidad actual, me tumbo en mi cama mirando al techo con sensación de vacío y tristeza, enfadada sin motivos, y sintiendo que algo me falta. Y los sueños que me asaltan no lo mejoran, porque aparte de caóticos y confusos, impiden mi descanso.

¿Se realizarán? ¿Habrá un compañero para mí?

Ocurra lo que ocurra, los vientos del cambio han comenzado a soplar.



lunes, 22 de junio de 2009

Indiferencia



El viento susurrante toma forma esta noche de negro terciopelo para vagar por las avenidas iluminadas por la luz trémula de las velas blancas, dispuestas por suelo, tumbas y mausoleos con caprichosa asimetría. Y por el camino se cruza con un ser extraño, que parece estar hecho de niebla, el espectro de algo que ya fue o nunca pudo ser. Es la sombra, el Trobador.

La figura borrosa viaja al corazón del Cementerio, donde el círculo de árboles sagrados rodea los cinco caminos, donde crece el Árbol de las esferas.

Pues allí, a sus pies, está ella, acurrucada, abrazada a sus rodillas y mirando con anhelo las ramas y sus fulgurantes frutos. Su rubí late como no había vuelto a hacerlo desde hace años, resplandeciente, íntegra joya.

Pero el rostro del Alma Condenada sólo muestra tristeza serena.

"No crece..." susurra.

La figura observa.

"La esfera tiene incluso un menor tamaño que las que le rodean. Sabes que eso refleja el corazón."

"Esperaba que mi Rubí pudiera capturar su fulgor y hacerla crecer."

"A veces plantamos nuestra semilla donde nunca germinará."

"Supongo que es mi castigo. Aquello que des, recibirás multiplicado."

"¿Qué es lo que has dado?"

El Alma Condenada contempla el epitafio.




Cada noche,
voy buscando tu mirar,
tu aliento o tu voz,
o tus cabellos,
esa traza, esa presencia,
que podría distinguir entre la multitud
aún si estuviera sorda y ciega,
ése que eres tú.
Para mí serías el centro de todo un mundo,
el aire de la respiración,
el Sol y la Luna,
sería la gema más resplandeciente
de la corona,
serías el alfa y el omega,
serías la imperfección perfecta,
serías Amor.

Pero no me ves, no soy nada,
apenas un fantasma,
menos que una cara entre tantas,
tan sólo un borrón de la multitud.
No soy nada a tus ojos,
que se clavan en otros,
y yo he de conformarme
con ver tu espalda,
respirar tu perfume,
oir tu risa
y en ocasiones, muy contadas,
contar con tu atención.

No me engañaré a mí misma,
renegaré de esta lucha perdida,
es mejor rendirme ahora
que conservo mi Amor intacto
y esperar a mi compañero vital
para entregarle mi alma.
Pues la di a mi amor perdido,
y ahora tú me la devuelves.

Porque podría soportar tu odio,
tu desdén o tu desprecio,
pero la espina que más se clava,
la que más duele y desgarra,
es la Indiferencia.


(Tú miras las máscaras de otras mientras yo, detrás tuya, traslúcida como un ánima, aguardo que notes mi presencia... si nunca lo haces, ¿por qué seguir luchando por tí?)

martes, 9 de junio de 2009

Sueños


Una vez, tuve un sueño. Lo recuerdo perfectamente porque fue mi primer sueño hermoso, que yo conserve en mi memoria. De niña no solía recordar mis sueños, y si lo hacía eran pesadillas.

Investigué sobre ello para hallar una respuesta a lo que yo consideraba una carencia de sueños, ya fuesen hermosos o terribles, y descubrí que cada noche sin excepción soñamos, aunque no siempre podamos recordarlo. ¿Acaso la niña que era no deseaba recordar?

Con el tiempo, dejé de recordar sólo mis pesadillas. Y al final, dejé de tenerlas.

Ahora,puedo decir con seguridad que no se trataba de que quisiera o no recordar. Era que mi mente deseaba ofrecerme un descanso. Un descanso que era incapaz de obtener durante la consciencia.

Pues ahora sueño cada noche, y esos sueños tan vívidos me agotan y me absorven. Sueño, y me adentro en otro mundo que a veces resulta más real que el propio nuestro. Sueño, y a veces al elevarme de entre las brumas de la inconsciencia vuelvo a caer en ella, como si tuviera un peso en mi cabeza que impidiese que la levantara. Vuelvo a soñar, y cuando finalmente logro despertarme, siento cansancio, agotamiento y fragilidad, como si no hubiera reposado.

¿Por qué me arrastran así los sueños? ¿Cómo si un ser intangible aletease a mi alrededor, y me envolviera en las finas y múltiples capas de su ropa, enturbiando mi cerebro y sumiéndolo en la vigilia?

Pues sueño, y no lo puedo evitar. Pero la falta de descanso a veces es muy pesada, y anhelo despertarme un día con la mente despejada como un cielo azul de verano.

Esta noche también esperaré vuestró hálito, sueños.


(El estrés y la apatía no hacen buenas migas con la inspiración...)

viernes, 15 de mayo de 2009

Inseguridad


Si pides ser libre para caminar por tí mismo, debes atenerte a las consecuencias de esta petición... de tener que recorrer por tu propio pie el camino que ninguna luz ilumina, de apartar con tu propia mano el velo desgarrado del destino...

Y en el sendero aparecen lechos de musgo donde reposar, muros de fuego que atravesar, bibliotecas para sepultarte y sepultar sus conocimientos en tu memoria, salvajes océanos que cruzar y encrucijadas donde converger con otros caminos extraños y desconocidos.

Es entonces, vulnerable, cuando sentiras su hálito en tu espalda.

Pero el Alma Condenada no la teme, porque conoce el elixir contra esta enfermedad. Posee la Llave.

Tallando esta nueva elegía, exorciza su presencia.

Porque tan sólo hace falta un poco de valor para hacerla desaparecer.





Sola, libre, ante mí está el camino, y sólo yo puedo decidir en qué dirección irán mis pisadas. Se me otorga el poder de la elección, que conlleva al enfrentamiento con lo que aún no ha sucedido.

Nada puede atisbarse en el horizonte, visión prohibida. Debo ser yo quien se arriesge a saltar, cerrando los ojos y creyendo que debajo de mis pies habrá suelo.

La magnitud del acto me aterra. Vulnerable, palpitante, con la garganta atenazada, corro a esconderme en antiguos callejones familiares, donde los viejos olores me devuelven a tiempos en que otros tomaban las decisiones. ¡Qué fácil era despositar esa carga en ellos...! Acurrucada en mi esquina, arrancando notas de mi viejo violín, siento el deseo de volver a ser niña, la niña que nunca he dejado de ser pero que ahora convive con la mujer en que me he convertido.

Me aferro a mis peluches, algunos ya descoloridos y desilachados, niego con la cabeza y aturdo mi mente entre los libros que he leído mil veces.

¿A fin de cuentas, escaparé?

Sólo hay un sendero que pueda librarme, y no lo tomaré. No me abandonaré al sueño de los que jamás despiertan sin antes luchar hasta mi último aliento.

Con mis propias manos desgarraré tus neblinas, Inseguridad.



(Crecer no significa dejar de ser niño, pero tomar decisiones significa que el adulto surge... ¿quién dijo que ambos no pueden convivir?)

lunes, 27 de abril de 2009

Algún día...



Dicen que el amor es como un rayo de luna, fugaz e inalcanzable, una mera ilusión que se despeja con el amanecer. Sin embargo, si eso fuera cierto... ¿habría tantas historias de amor eterno?


Tallando lápidas con dulce compás en su Cementerio, el Alma Condenada escucha canciones que hablan de ese sentimiento, de lo que hace y provoca, melodías de amores prohibidos, de amores perdidos, de amores jurados, encontrados, eternos, desgastados, presentes, futuros y pasados.

La sombra que le hace de Trobador, sin rostro pero con voz, desliza perezosa los dedos por las cuerdas de su laúd y le acaricia con cariño el cabello.

"Tu Rubí ya ha cerrado sus grietas... ya estás dispuesta a volver a amar..."

"¿Cómo lo sabes?"

"Me basta el oírte cantar. En tus ojos de nuevo hay luz, aunque todavía extrañes."

El Alma no contesta, pero sonríe. Es el Sentimiento añorado el que tiene el Rostro.








(Algún día, al girarnos, nos miraremos como si nuestro amor fuera nuevo... y el tiempo se hará eternidad... quienquiera que seas, mi amor, esperaré tu regreso...)

domingo, 19 de abril de 2009

Mi noche del año




Hoy no traigo oscuridad, ni reflexiones, ni desahogos, ni canciones, ni recaídas.

Hoy sólo traigo la felicidad de saberme amada por mis amigos y mi familia, en éste mi 21 cumpleaños, y toda la grandeza de la que han llenado mi vida.

A vosotros, por la fiesta, la flor y las risas compartidas.

A mis padres, por darme mis colmillos de vampiro.

Porque somos una manada unida que recorre junta los senderos de la noche y el día, de la vida y de la experiencia. Gracias, mil gracias, tan sólo por existir.

Os quiero.


miércoles, 15 de abril de 2009

Vacío



Por las calles ruidosas que no son su reino, el Alma Condenada se siente perdida y vulnerable. No le gustan, grises y estremecedoras, bramando sus jinetes de hierro bajo la lluvia opaca.


Menos aún cuando su Rubí es como una piedra muerta, sin latir ni brillo.

Porque siente que entonces la mira el Vacío.






Suelo gris, cielo gris, ausencia,
allí donde nada ocurre,
donde no hay más presencias,
y sólo flotas tú
en el borde del trance de la inconsciencia,
aferrándote a la cordura
que te queda.
Lugar hueco, donde brotan melodías mecánicas
que a nadie emocionan
por ser hijas de la Nada
y no tener esencia
ni alma.
Allí donde no sientes Amor,
allí donde no sientes Dolor,
ni Furia, ni Odio, ni Amistad,
sólo Hastío,
cuando nada queda,
cuando sientes que nada te impulsa,
allí y entonces
te estás asomando a él,
te está mirando
el Vacío.



(Ese blando, enorme vacío, que nos llama y nos arrastra a su delirio hueco...)

domingo, 5 de abril de 2009

Dakishimetai




Te odio, tú siempre ríes,
tan fuerte, tan genial y tan popular...
Lo odio, soy tan torpe y tan lenta,
y nadie me necesita...
Tú eres lista y nunca muestras puntos débiles,
la gente probablemente sólo haga de mi un chiste...
Para ser sinceros, en realidad me gustaría
intentar hablar contigo...
creo que podríamos ser amigas.

Tú, a la que siempre envidié,
estaba llorando sola, mis hombros temblaban...
¿Dime, estás sola y asustada tú también?
¿Todo el mundo se siente miserable y débil?
Si tan sólo tuviera más coraje,
te habría abrazado más fuerte...



En una camára de cristales rojos, desnudez y oscuridad se contemplaban, como los reflejos de un espejo. Y se sonrieron.

"Hermosa canción. ¿Así te sientes a veces?"

"Sí, pero sabes que no te odio"

"Lo sé"



(Quién fue la entonó la melodía, de quién era la voz que cantó la canción...)

domingo, 29 de marzo de 2009

Poemas de Japón



Cuando se enfrentan presente y pasado, cuando la imagen que el espejo te devuelve, burlona, articula "No, tú no puedes olvidar".
No es que el destino eligiera al Alma Condenada. Ella eligió su destino. Y por ello, nunca redimida, ostenta con orgullo la señal de su condena. Ella se condenó por amor. Porque mientras lo siga amando, seguirá siendo lo que es.

Un Alma Condenada.



Si sólo para soñar
una noche de primavera
hago de tu brazo mi almohada...
cómo me arrepentiré
de haber manchado mi nombre.

(No cederé tan facilmente mi rubí de nuevo, no me humillaré jamás)



Kakikurasu
kokoro no yami ni
madoiniki
yume utsutsu to wa
yohito sadame yo.

A través de la sombra más negra
de la oscuridad del corazón deambulo,
desconcertada.
Tú, que conoces el mundo del amor, decide:
¿es mi amor un sueño, o es real?

(Decide y dime, para saber si estoy soñando o esto es la realidad)



Yumeji ni wa
ashi mo yasumezu
kayoedo mo
utsutsu ni hitote
mishi goto wa arazu

Aunque mis pies
nunca dejen de correr hacia ti
por el camino de los sueños,
esas noches de amor no son comparables
con un fugaz instante de ti en tu realidad.

(Un suspiro en el tiempo que pagaría con toda mi eternidad)



Hajime yori
au wa wakare to
kikinagara
akatsuki shirade
hito o koikeri.

Hace mucho tiempo
aunque sabía que encontrarnos
sólo podía significar separarnos,
aún así me entregué a ti
sin pensar en el amanecer.

(Porque el amanecer no importaba aquella noche)



El pasado apareció en la puerta del Cementerio, mostrando su rostro, y su rubí una vez más la traicionó... pero no su cuerpo. No su rostro. No su voz.

La traición no se delata si nadie roza su corazón.



domingo, 15 de marzo de 2009

Ida y regreso, una pausa en la luz


Ante las llamas de este fuego, una nueva historia vengo a traeros... otro fragmento perdido para la biblioteca de los olvidados...


Partió una mañana de su Cementerio, con el albor tímido de un nuevo Sol. Llamó con trinos metálicos a las majestuosas Aves de Acero, cuyas plumas usan los locos para hacer espadas con las que retar a los vientos, y salió de su oscuro reino en un viaje a la Esfera de Luz. A una de tantas, en realidad.

Allí la aguardaban, y a la vez nadie la esperaba. Durante cuatro senderos de Luna, permaneció en la Esfera, entre criaturas risueñas y envuelta en luz, esa luz que de normal rehuía. Bebió de los vientos de la montaña cuajada de pinos verdes, contempló los cerezos en flor y paseó bajo cielos estivales vestida con aquellos exóticos trajes, mientras su alma sanaba.

Y su bálsamo fue la luz, la luna, las risas y la despreocupación, su medicina fue aquel lugar donde no tenía compromisos, sus vendajes fueron las palabras y abrazos draconianos.

Ocurrió estando allí, en un hermoso atardecer. Sin darse cuenta ella, se cerró la herida del todo y sólo quedó una cicatriz.

Ése fue su regalo, que trajo a su reino: una libreta de portadas de luz, con todas las hojas en blanco, esperando a que la escritura las llene de nuevo.

Consciente ahora, voló montada en las alas de la serena alegría, de saber que las cosas por fin estaban bien y había un nuevo comienzo, de que la libreta está en blanco otra vez.

Y regresó a su reino, su hogar, su misterio, su Cementerio. A su oscuridad teñida de luz. A su luz oscura.

El Alma Condenada sonríe llena de paz.

Ahora en sus dominios también brilla la luz.



Este fragmento nos cuenta cómo los ciclos de tristeza siempre acaban teniendo un final, y el tiempo de la belleza está por llegar...



(Dulces tardes estivales entre cartas de póker y del Tarot...)

miércoles, 25 de febrero de 2009

Carnaval Nocturno



Brillante Carnaval. ¡Cómo relucen las máscaras! Bailarines se delizan por el salón de paredes de espejos, en fabulosos trajes de otros seres, que les muestran al mundo tal como son. Colores, fulgores, susurros de telas rozándose... ¡mira como destellan las esferas de cristal!

Cien cajas de música dentro de una burbuja de mercurio encantan el baile a la luz de innumerables velas, mil criaturas condensadas en las máscaras que los liberan a sus bajos intintos y personalidades verdaderas.

¿Qué hay más errado que el concepto de una máscara? Pues dicen que se usan para ocultar el verdadero rostro, pero al ponérselas en Carnaval los seres muestran la verdad. Son la llave irisada a la libertad de mostrarnos reales, gracias a su anonimato. ¡Oh, gloriosos disfraces! ¡Trajes de ilusiones tejidos, por soñadores vestidos, por amantes removidos!

Danza, magia, danza... y llévanos contigo en esta orgía de los sentidos, en este desenfreno en el que ebrios de liberación nos consumimos durante noches prohibidas que, terminada la fiesta, se olvidan y no se mencionan, en un pacto de silencio forzado por la hipocresía. ¿Tras ese antifaz no estabas tú?

He vestido tu deseo y he vestido mi desafío.

Y al Rey de los Goblings sigo esperando, en estas noches sagradas donde puedo mostrarme en mi totalidad, sin máscaras ni engaños. En este salón de caras cubiertas donde soy la encarnación de la inocencia.

¿Pues no es inocente quien llora?

¡Que la música no cese, brillantes fulgores, que el encanto de las ilusiones dure eternamente! ¡Máscaras, trajes y capas, os conmino!

Ojalá cada noche fuese tu reino, Carnaval de mis sueños prohibidos.



martes, 17 de febrero de 2009

Nieve



En un catafalco de mármol puro, apenas acolchado por una capa de terciopelo carmesí, reposa el rubí que late, espléndida joya, e ilumina como una lámpara mágica, dando sombras rojizas a las estatuas del cementerio.

Acurrucada sobre el suave musgo, hecha un ovillo al pie del árbol de las esferas, en el lugar donde una vez yació junto a su amor y donde actualmente se encuentra enterrado su recuerdo, el Alma Condenada duerme, desvanecida princesa. Sueña, y como todas las noches, teme ese momento.

El viento lo sabe, y por ello, dulcemente la despierta. Ella exhibe una sonrisa de paz y de sactisfacción esta vez. ¿Acaso su sueño ha sido feliz?

El el viento, resonó una voz anhelada, realmente no pronunciada, que atravesó el espacio de Chronos para llegar hasta ella.

"¿Con qué has soñado?"

El Alma Condenada sonríe.

"Contigo y con nuestro amor"





Blanco de pureza,
figuras que danzan
deslizándose por ella
como si tuvieran alas.

Imágenes de cristal
con formas insospechadas,
mariposas de nieve,
diversión de las hadas.

He mirado al cielo
brillante azul de estío
trepando por la montaña,
desafiando al aire frío.

Ya entre tanta soledad,
porque yo sola camino,
los pensamientos se abaten
como blancos copos níveos.

Y es que sólo puedo pensar
lo hermoso que hubiera sido
delizarme sobre la nieve
contigo.




(Un río que manó de mis lágrimas de sangre ha surcado el hielo para buscarte...)

lunes, 9 de febrero de 2009

Vanitas


Silencio,
muerte del tiempo,
derramándose grano a grano
en un reloj de arena
sobre el escritorio,
junto al cráneo de la consciencia.

En la alfombra,
terciopelo carmesí,
pétalos efiméros
de una flor marchita
se agitan en la brisa
de la oscura habitación.

Hojas esparcidas,
desmayadas,
mancillada su blancura,
ensayos fallidos,
desgarros del alma
junto a la copa derramada del hada.

Y sobre el lúgubre escritorio
donde yace la mano pálida
que aún sujeta la pluma
con la punta de rojo adornada
espera la carta olvidada
que su amante desdeñó.

Las frases que no se escribieron,
las hijas nonatas de un amor que no fue,
los ruegos que no lo trajeron de vuelta,
las lágrimas que fueron el sello,
la sangre que fue la tinta
la piel perfumada que fue el papel.

Tú, que tanto te admiras
en el frío espejo de tus pupilas,
invasor impune de sueños,
contempla tu triste obra
mientras la vieja caja de música
exhala la última nota."


(Ni tan siquiera en sueños se puede escapar... ¿cómo no tener miedo a soñar?)


martes, 27 de enero de 2009

Siento que no estás...



Si las cosas no dolieran, no existiría la felicidad. Sin la tristeza, no existiría este cementerio. Sin la nostalgia, no apreciaríamos las cosas que están por llegar.

Pero a veces, el precio a pagar puede hacerse muy largo.

El Alma Condenada lo paga en cada susurro de su desgarrado rubí, en cada canción con la que nutre el árbol de las esferas.

Regándolo con lágrimas, acecha, a la espera...

Aunque sabe que la semilla no puede volver a brotar.





Llorando en la noche, cantando sin ti,
recuerdo momentos que añoro vivir.
Me faltan tus manos, tu paso al andar.
No encuentro el camino... ¡Siento que no estás!
No quiero que el mundo nos separe más...
Jura que a mi lado siempre vas a estar...
No quiero el destino ni verte marchar...
¡Tan sólo te pido que mires atrás!
Llorando en la noche, cantando sin ti,
recuerdo momentos tan lejos de ti...
Si vienes conmigo el tiempo curará
las viejas heridas que nos hizo andar...
Te encuentro perdido, sin sentido estás.
¡Tan sólo te pido que mires atrás!
Di que conmigo de nuevo reirás,
di que en tu pecho aún puedo llorar,
no es tan difícil volver a soñar...
¡Rompe ese muro que un día nos supo alejar!
Volvamos a sitios lejanos
que en tiempos pasados
vivimos los dos...
Vayamos en busca del lago
porque aún no secó...
Dejemos orgullos mundanos.
sabes que arrimado siempre estaré yo...
Luchemos juntos contra el tiempo
que nos separó...

Di que conmigo de nuevo reirás,
di que en tu pecho aún puedo llorar,
no es tan dificil volver a soñar...
¡Rompe ese muro que un día nos supo alejar!
Volvamos a sitios lejanos
que en tiempos pasados
vivimos los dos...
Vayamos en busca del lago
porque aún no secó...
Llorando en la noche,
cantando sin ti,
recuerdo momentos,
tan lejos de ti...
No quiero que el mundo nos separe más...
Jura que a mi lado siempre vas a estar...
No quiero el destino ni verte marchar...
¡Tan sólo te pido que mires atrás!
Río si tú eres feliz...
Lloro si triste es tu fin...
Sangro si sangro por ti...
¡Vamos, amigo, hacia allí!
¡Ooh! ¡Ooh!
¡Siento que no estás!


Desde su palacio carmesí, dos mujeres de indéntico reflejo observan, bebiendo de la canción.

"Esto no es bueno" susurra una.

"Es lo que necesitamos"

"Lloras"

"Yo lo amaba"

"... yo también"

Porque él, sin saberlo, las amó a ambas.



(Siento que no estás, que te estás marchando ya, y en tu ausencia se forma un vacío que volveré a llenar...)


sábado, 17 de enero de 2009

Ying y yang



El Alma Condenada posee una piedra preciosa del color de la sangre. Una piedra que late y se estremece.

¿Pero qué oculta en su seno?



La mujer se deslizó con paso felino y lleno de confianza por entre las suaves paredes rojas. Brillaban y latían, y al mismo tiempo parecían ser sólo tenues velos rojizos formando un prieto capullo, con una cámara en el centro. Todo el lugar estaba bañado en la suave luz procedente del exterior, que al atravesar las paredes se tornaba anaranjada.

Era el tintineo de diamantes al caer lo que la guiaba.

La encontró en el centro de la cámara, como siempre. Bien sabía ella donde estaba en cada momento, en cada respiración. Yacía en posición fetal sobre un lecho de cojines carmesí, recostada sobre su lado derecho, y abrazaba con temblor un enorme rubí rojo.

La mujer se acercó aún más. Sus ropas negras susurraban a su paso, mientras que la nube de máscaras de colores que la rodeaba danzaba lentamente alrededor de ella. Sus ojos reflejaban una seguridad que muchos confundían con arrogancia, su cuerpo entero era una imagen de confianza y fuerza que ignoraba la palabra derrota.

Su rostro le devolvió la mirada desde el lecho de cojines. Estaba desnuda, a excepción de un colgante en su cuello, similar a una punta de flecha, y un anillo de dragón en su dedo anular, ambos de plata y negro. Rebosaba amor, rebosaba empatía, y por todo ello dolor, tristeza y desesperación, un canto a la vulnerabilidad.

- Mi amor... no deberías seguir llorando. Sabes que no lo hago por verte sufrir, si no al contrario.- susurró, arrodillándose junto a ella y acariciándole el largo cabello oscuro.- Eres demasiado sensible. Amas demasiado.- suspiró.- Eres demasiado leal e inocente como para odiar, como para que las cosas no te afecten, y como para soportar la realidad.-

- Lo sé... lo sé... siento tanto dolor...- los húmedos ojos de la joven desnuda la miraron, amenazando lágrimas de cristal como las que la habían guiado.

Frente a frente. Un espejo. Un reflejo. Dos mujeres idénticas en cuerpo y rostro hablaban en la cámara de rojas paredes veladas.

- A veces me pregunto por qué no tomas mi lugar...- la joven se pasó una mano por las mejillas, tratando de borrar los rastros de lágrimas.- Tú eres fuerte, sobrevives. Das la cara al mundo. Yo soy demasiado débil.-

- La cara que el mundo necesite ver.- contestó desdeñosamente haciendo un vago gesto hacia sus máscaras, cuya variedad de colores iba del blanco puro al negro profundo, pasando por todos los tonos del arco iris y derivados- Pero yo no sería nada sin tí, mi pureza, mi luz.- la tomó entre sus brazos, estrechándola con ansia.- Tú eres mi fuerza. Nadie más me importa, sólo tú ocupas mi corazón. Lo sabes. Yo sólo te amo a tí.- la pasión se destilaba en su voz, en la mano que acariciaba la frágil mejilla.

- ¿Y qué hay de los demás? ¿Amigos, familia?- inquirió en un susurro el pajarillo herido.

- Sólo tú.- repuso con fiereza.- Los demás me importan en la medida que tú los amas. Si te hacen llorar o ponen una sonrisa en tu rostro.- le estrechó aún más contra sí.- Sin tí, no tengo razón de existir.-

- Deberías relegarme aquí, y dejar de vivir un tiempo compartido...-

- Mi amor, mi pureza, sabes que eso es como pedirle a la luz que no arroje sombras. Tú y yo estamos unidas del mismo modo que la vida y la muerte. La existencia de una define automáticamente a la otra.-

La miró a los ojos... sus mismos ojos, ¿pero de cual de las dos? Atrayendo el rostro inocente hacia ella, la besó, lenta, amorosamente, acariciando los labios de su compañera con los suyos propios, compartiendo una caricia íntima que sólo los verdaderos amantes conocen.

- Yo soy la fortaleza. Tú el tesoro que alberga. Sin mí para protegerte, te romperías en mil pedazos y nadie lograría recomponerte. Sin tí, yo no tengo nada que me frene, nada a lo que amar, nada que proteger. Mi existencia sólo tiene sentido gracias a tí. Nací para velarte, mi luz.-

La joven desnuda se dejó querer, sujetándose a su contraparte como una niña pequeña a sus padres.

- Tú nunca me dejarás, ¿verdad?- rogó, desesperada.- Nunca me dejarás. Estarás conmigo... ¿para siempre?-

La mujer sonrió.

- ¿Sólo me quieres contigo para siempre?- acarició el oscuro cabello.- Mucho más que para siempre, mi pureza, mi luz, mi corazón.-

Ambas necesitaban de la otra para vivir. Y demostraban que "para siempre" existe.


Un alma puede tener dos cuerpos. Y dos nombres.

Otro fragmento en su colección de historias.



(¿Quién es la que responde a cada nombre?)