Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




miércoles, 25 de febrero de 2009

Carnaval Nocturno



Brillante Carnaval. ¡Cómo relucen las máscaras! Bailarines se delizan por el salón de paredes de espejos, en fabulosos trajes de otros seres, que les muestran al mundo tal como son. Colores, fulgores, susurros de telas rozándose... ¡mira como destellan las esferas de cristal!

Cien cajas de música dentro de una burbuja de mercurio encantan el baile a la luz de innumerables velas, mil criaturas condensadas en las máscaras que los liberan a sus bajos intintos y personalidades verdaderas.

¿Qué hay más errado que el concepto de una máscara? Pues dicen que se usan para ocultar el verdadero rostro, pero al ponérselas en Carnaval los seres muestran la verdad. Son la llave irisada a la libertad de mostrarnos reales, gracias a su anonimato. ¡Oh, gloriosos disfraces! ¡Trajes de ilusiones tejidos, por soñadores vestidos, por amantes removidos!

Danza, magia, danza... y llévanos contigo en esta orgía de los sentidos, en este desenfreno en el que ebrios de liberación nos consumimos durante noches prohibidas que, terminada la fiesta, se olvidan y no se mencionan, en un pacto de silencio forzado por la hipocresía. ¿Tras ese antifaz no estabas tú?

He vestido tu deseo y he vestido mi desafío.

Y al Rey de los Goblings sigo esperando, en estas noches sagradas donde puedo mostrarme en mi totalidad, sin máscaras ni engaños. En este salón de caras cubiertas donde soy la encarnación de la inocencia.

¿Pues no es inocente quien llora?

¡Que la música no cese, brillantes fulgores, que el encanto de las ilusiones dure eternamente! ¡Máscaras, trajes y capas, os conmino!

Ojalá cada noche fuese tu reino, Carnaval de mis sueños prohibidos.



martes, 17 de febrero de 2009

Nieve



En un catafalco de mármol puro, apenas acolchado por una capa de terciopelo carmesí, reposa el rubí que late, espléndida joya, e ilumina como una lámpara mágica, dando sombras rojizas a las estatuas del cementerio.

Acurrucada sobre el suave musgo, hecha un ovillo al pie del árbol de las esferas, en el lugar donde una vez yació junto a su amor y donde actualmente se encuentra enterrado su recuerdo, el Alma Condenada duerme, desvanecida princesa. Sueña, y como todas las noches, teme ese momento.

El viento lo sabe, y por ello, dulcemente la despierta. Ella exhibe una sonrisa de paz y de sactisfacción esta vez. ¿Acaso su sueño ha sido feliz?

El el viento, resonó una voz anhelada, realmente no pronunciada, que atravesó el espacio de Chronos para llegar hasta ella.

"¿Con qué has soñado?"

El Alma Condenada sonríe.

"Contigo y con nuestro amor"





Blanco de pureza,
figuras que danzan
deslizándose por ella
como si tuvieran alas.

Imágenes de cristal
con formas insospechadas,
mariposas de nieve,
diversión de las hadas.

He mirado al cielo
brillante azul de estío
trepando por la montaña,
desafiando al aire frío.

Ya entre tanta soledad,
porque yo sola camino,
los pensamientos se abaten
como blancos copos níveos.

Y es que sólo puedo pensar
lo hermoso que hubiera sido
delizarme sobre la nieve
contigo.




(Un río que manó de mis lágrimas de sangre ha surcado el hielo para buscarte...)

lunes, 9 de febrero de 2009

Vanitas


Silencio,
muerte del tiempo,
derramándose grano a grano
en un reloj de arena
sobre el escritorio,
junto al cráneo de la consciencia.

En la alfombra,
terciopelo carmesí,
pétalos efiméros
de una flor marchita
se agitan en la brisa
de la oscura habitación.

Hojas esparcidas,
desmayadas,
mancillada su blancura,
ensayos fallidos,
desgarros del alma
junto a la copa derramada del hada.

Y sobre el lúgubre escritorio
donde yace la mano pálida
que aún sujeta la pluma
con la punta de rojo adornada
espera la carta olvidada
que su amante desdeñó.

Las frases que no se escribieron,
las hijas nonatas de un amor que no fue,
los ruegos que no lo trajeron de vuelta,
las lágrimas que fueron el sello,
la sangre que fue la tinta
la piel perfumada que fue el papel.

Tú, que tanto te admiras
en el frío espejo de tus pupilas,
invasor impune de sueños,
contempla tu triste obra
mientras la vieja caja de música
exhala la última nota."


(Ni tan siquiera en sueños se puede escapar... ¿cómo no tener miedo a soñar?)