Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




miércoles, 29 de diciembre de 2010

El recuerdo, mi eterno regalo



Calma y silencio, susurros del viento, misterios. En la arboleda, un cúmulo de bruma plateada reposa ante el Árbol de la Esferas, teñido de dorado por las llamas de las pequeñas velas que alumbran el lugar y acunado por el rumor lejano de las criaturas nocturnas.

El Alma Condenada, vestida de blanco y plata, se acercó al corazón de su reino con una sonrisa pausada y pronunció su nombre.

La Sombra del Trovador adoptó el reflejo que era su rostro, despertando del sueño que lo devolvía a su forma original de neblina.

"¿Por qué yaces aquí?"

"Te esperaba... te aguardo desde ayer. ¿No fue acaso la noche natal? ¿No fue la hora de la ofrenda?" miró a su alrededor, donde la tranquilidad asentada su dominio. "No... no has celebrado nada..."

Ella le miró con una sonrisa triste.

"Podría decirte ahora que efectivamente me olvidé porque ya no me importa. Pero no sería cierto, al menos no del todo. Sí que lo recordé. Pero las palabras no brotaron, porque ya no toca mi Rubí."

Suspiró, inclinándose ante el epitafio y leyendo, una vez más, las palabras talladas en la roca.

"¿Qué sentido tendría continuar la ofrenda? ¿Qué sentido tiene seguir esperando por quien no pretende llegar nunca, llorar por alguien que no sufre tus lágrimas, llamar a un nombre que no escucha tu voz? Sólo me queda un último regalo, y es el único que entregaré cada día, cada año."

Clavó su mirada más allá de la roca y la tierra, hasta las entrañas de la tumba que alberga lo que en otro tiempo fue la Gran Esfera.

"Mi regalo es el recuerdo."

La Sombra sonrió torcidamente y siseó.

"¿Qué sentido tiene regalar recuerdo al que te regaló olvido? Nunca ha merecido ni uno solo de tus regalos"

Ella no respondió. Girándose, se acomodó sobre el suave musgo bajo el Árbol, apoyando su espalda en el epitafio, y contempló el cielo, las ramas cuajadas de esferas, las criaturas de su reino que, ahora sí, iniciaban los preparativos de una celebración.

La del fin de un año más.

Y el Alma Condenada sonrió. Su existencia sa había vuelto más agitada, su corazón más fuerte.

Ya no importaba que sólo quedase el recuerdo.

Ya no importaba que no hiciera nacer más palabras.

Su reconstruído Rubí ya no se rompía, ya no se podía mellar. Que no hubiera pensado siquiera en palabras para su noche natal marcaba el punto sin retorno, el final.

El acto de recordarlo será el último regalo que le hará.


(Cuando la vida se vuelve tan agitada a tu alrededor, no te das cuenta de ciertas cosas hasta que te paras a pensar en ella. El hecho de no sentir tristeza por no tener nada más que la promesa a mí misma de no olvidar, el hecho de no sufrir por ella, de que, a pesar de recordar la fecha, mi inspiración permaneciese muerta... sólo pueden significar que ahora realmente sólo queda el recuerdo...)

domingo, 28 de noviembre de 2010

Paseando entre tumbas (tres años después)



Que el reloj se pare esta noche. Que no suenen las trece campanadas, rey de los Gobblins. Que por un segundo la música de las esferas cese en un suspiro contenido. Que la quietud haga del mundo su reino.

En el Cementerio Perdido, las celebraciones se suceden en todos sus rincones. Miles de velas doradas alegran los panteones, mientras sus gárgolas bailan con los duendes al son de la melodía de los espíritus. Los demonios realizan acrobacias de regocijo sobre las cabezas de los ángeles de piedra, que lanzan al cielo flores de fuego. Estallando en mil colores, mil olores, mil sonidos. Es un instante de renovación.

Pero quien más la conoce, la Sombra del Trovador, percibe su falta en los festejos. No está en la arboleda, no contempla el Árbol de las Esferas, no lee el epitafio. Y la busca, alejándose de la alegría, para hallarla a las puertas del Cementerio. Hoy están abiertas, y dan a una pradera bañada por la claridad de la noche cuando el Sol acaba de ocultarse y hay Luna llena.

Sabe que esas praderas llevan a los acantilados, donde normalmente rige un eterno crepúsculo naranja y la hierba es verde de verano. Pero no hoy.

Y es el testigo silencioso de cómo el Alma Condenada y la lobo se contemplan con una sonrisa teñida de amor y de melancolía.

"Tres años han pasado ya desde que nacimos de ti. Todos nosotros..."

Ella asintió.

"Lo sé"

"Han ocurrido muchas cosas en estos tres años... pero hay elementos que no han cambiado"

"Sí. Un año de furia, tristeza y dolor. Un año de curación. Éste es el tercero... y su nombre es renovación" miró al cielo, mientras el viento comenzaba a circundarlas a ambas en ráfagas de brillantes azules. "Comienzos y nuevas sendas..."

"Pero, pese a todo..."

"Sí, pese a todo. Es mi decisión. La herida ha dejado de supurar, queda la cicatriz. Y a veces duele. Me dolerá para siempre, y nunca desaparecerá"

La Sombra mostró su extrañeza.

"Estás en tu derecho a borrarla. ¿Por qué la conservas?"

Ella sonrió y, cerrando los ojos, posó ambas manos sobre su Rubí, en el que dos presencias revoloteaban como sutiles sombras.

"Porque es la prueba de mi extraordinario, inconmensurable amor. Nunca podré olvidar, nunca sentiré indiferencia. ¿Qué clase de amor sería aquel que desaparece sin más con el tiempo, que no perdura para siempre en el corazón?"

"La clase de amor que él te dio al final" siseó el Trobador, el veneno del rencor y de la ira goteando por su lengua.

La sonrisa de ella no vaciló, aunque se tiñó de nostalgia.

"El que mi amor dure toda una vida no significa que el de otros también. Es una parte de mi Condena, así como de las suyas"

El Alma Condenada y la lobo se acercaron hasta fundirse en un abrazo, rodeadas de magia que se descargaba en oleadas de aurora boreal y en sonidos de música primigenia.

"Ella es Yo. Yo soy Ella. Somos Ella, y somos nosotras. Facetas de mi Rubí. Soy un ente completo y a la vez complejo. Soy el Alma Condenada. Y he renacido en este nuevo periodo de renovación. Seguiré adelante... y encontraré a mi Amor"

El Alma, la lobo, luz y oscuridad, la Sombra, las criaturas... por un segundo de tiempo detenido, todos los mundos se juntan en un sueño de eternidad.

Otro año más.




Amado Cementerio de Sueños,
sigue siendo mi reino.
Acantilados crepusculares,
seguid siendo mi reino.
Por siempre.

No puedo decir
que mi corazón se haya curado,
que yo haya escarmentado;
me queda mucho
que aprender.

Dispersos reflejos de espejo,
sentimientos caóticos,
reflexiones y sueños,
recaídas emocionales
y misterios.

Un alma atormentada,
una lobo solitaria,
una máscara y un desnudo,
una voz, eco de un muerto,
y mil diversas criaturas.

Pero esto es,
en definitiva,
lo que me conforma.
Este es mi ser y mi condena,
y no quiero otra.




(Las razones que me llevaron a crear mi Cementerio han cambiado tanto que son prácticamente nuevas, y sin embargo... siempre escribo sobre lo mismo. Mi rincón de desahogo y de exaltación emocional. Un año más...)


jueves, 25 de noviembre de 2010

El tiempo que se escapa



¿Recuerdas hace años cuando el tiempo transcurría lentamente, Alma Condenada? ¿Recuerdas cómo pasabas las horas viendo caer la arena del reloj?

Sí, lo recuerdo... es difícil olvidar un pasado tan cercano.

Y ahora, mírame, el tiempo corre en mi contra y cada vez se desvanece más rápido. Donde antes las horas estaban vacías y costaba llenarlas ahora me faltan y el tiempo discurre en veloces ráfagas. Tantos deberes, tantos pactos, que las horas se escapan entre mis dedos.

Los últimos tiempos han sido tan intensos, tan llenos de eventos, de viajes, de sorpresas, que hasta le fui infiel a la exactitud de mi Cementerio, donde jamás pasaba una Luna sin escribir.

Ni tan siquiera pude hacer la crónica de mi viaje a la Esfera del Luz Austral, a los brazos de mi dragón lejano, donde fui guerrera helena en un mundo fabuloso de dioses, mitos y leyendas. Nuevos amigos y nuevas experiencias, y sobre todo, felicidad completa, la que siempre me inunda en la Esfera de Luz. El bálsamo de mi alma, la droga del olvido por unos días parami mente sobrecargada de deberes.

¿Mejor así? Tal vez. El recuerdo es sólo mío, la felicidad que tuve, también.

Pero el tiempo sigue corriendo, Chronos no espera y no me da tregua. Necesito más de tu don, Chronos, necesito tiempo.

Tiempo para terminar mis tareas, para reposar, para recuperarme, un tiempo conmigo misma y con mi mundo para ponerlo en orden, y así disfrutar de mis compromisos sociales sin verme estrangulada por el paso de las horas, eternamente colgando del reloj.

Tiempo que fluye, imparable y eterno.

Tiempo para hallarte, amor, si es que alguna vez te encuentro.


(En estos últimos meses he acusado la falta de tiempo para hacer todo lo que tengo que hacer... incluído dormir, y ahora mi cuerpo empieza a pasar factura, mi mente saturada gritando piedad y mi corazón exhausto rogando una tregua... realmente necesito descansar...)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ilusión


Don de los soñadores, y una de las cadenas de tu Condena. Pero no quieres perderla.

¿Quién si no ella, Alma Condenada, te ha permitido seguir adelante? ¿Quién si no ella hizo a tu cuerpo dolorido volverse a levantar una vez más? ¿Quién si no ella te hace seguir luchando, esperando, soñando?

Son criaturas como tú, que vagas por tu Cementerio y a veces sueñas con ser lobo, las que alumbran su camino con algo más que fuego y determinación. Pero es tan frágil que permanente corre el riesgo de romperse, como tu Rubí, como tú. Y cuando lo hace debes volver a unir las piezas del rompecabezas, que a veces cortan tus palmas y se tiñen con tu sangre, y otras veces enfrían tu piel con el aliento del invierno.

Y aún así, la recuperas.

Tú, Alma Condenada, capaz de aplaudir ante la magia, de temblar como un niño ante el más mínimo roce de la persona amada, de creer, de imaginar, de crear.

Criatura de la noche, habitante de un Cementerio... Guardiana de tus secretos.

Tallando nuevas lápidas sobre viejos sentimientos.







Mil colores
de agua, de fuego,
de bosques y gemas,
del cosmos,
de los sueños,
con ellos se adorna
lo que brota por dentro
cuando me miras,
me escuchas,
cuando tu sonrisa
me es reservada,
cuando veo tus dedos
hacer danzar a la magia,
cuando surge la Luna
y mi cuerpo se sacude
con los vientos de la expectación,
Es aquello que grita
con la voz del primer aliento,
que se oye en la canción
de los mares y océanos,
que baila en los salones
llenos de misterios,
en las imágenes oníricas
y detrás del espejo.
¿Soy yo mi propio reflejo?
Detrás del cristal
atisbo los mundos
que recorro en sueños
de tu mano,
de tu enigma,
de tu secreto.
Es creencia,
es deseo
y es lo que nos llena
cuando el amor comienza.


Tantas cosas, tantos momentos
reciben tu nombre, Ilusión.




(Desde que nacemos, es nuestra mejor compañera. Por desgracia, muchos la pierden al hacerse adultos, tal vez por comodidad, por olvido, o porque así la existencia es más llevadera. Si no te ilusionas, no te desilusionas. Pero ese sentimiento que me inunda por el mero hecho de presenciar pequeñas maravillas, o momentos especiales, no lo cambiaría por nada. Es algo tan hermoso e inocente... y es algo que espero no perder jamás...)


jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Por qué yo no?



Melancolía. No habría otra palabra para describir la noche que se adueñaba del Cementerio. Era difícil definirla, precisarla, pero flotaba como una bruma por toda la atmósfera. Algunas velas aquí y allá, tímidamente encendidas por los duendes y demonios, ofrecían algo de luz a las sombrías tumbas.


La Sombra, el Trobador, suspiró apesumbrado. Sabía lo que iba a contemplar en la arboleda y no le gustaba. Pesarosos, los ángeles de piedra le enviaron miradas de ánimo. Ellos tampoco eran felices con aquello.

Avanzó por la avenida, oyendo el susurro de la hierba mecida por una imperceptible brisa. De algún lugar lejano, tal vez una caja de música olvidada en el más recóndito de los mausoleos, llegaba una melodía con sabor de otros ayeres, que hablaba al alma de tiempos de luz perdidos que no volverían.

Allí estaba Ella. ¿Dónde si no? Su sencillo conjunto blanco la hacía verse vulnerable, arropada por la negra cascada sedosa que era su cabello suelto. Encogida, abrazando sus rodillas, sumergía sus ojos en las imágenes que le mostraba una gran esfera situada en el centro de la arboleda. Levitaba a poca distancia del suelo y titilaba en ondas que sonaban como el agua fluyente.

La Sombra notaba partirse su corazón.

"Parecen felices..." susurró, mirando la imagen que brotaba en ese momento.

Un suspiro estremecido, como una pluma posándose, fue la respuesta.

"Necesito saberlo..." murmuró al Trobador. "¿Por qué yo no? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué hago mal?"

La Sombra se maldijo a sí mismo con el más horroroso de los destinos. Ojalá pudiera abrazarla... él, quien mejor conocía su alma, él, que la velaba en sus sueños... él, el reflejo de un muerto. El reflejo nacido de Ella y de su recuerdo. La Sombra del Trobador... condenado a verla sufrir sin poder hacer nada, por no ser más que una Esencia. Maldijo entonces a los humanos.

¿Por qué ella no? Era una pregunta que él también se hacía. No era perfecta, pero ninguna criatura lo era... valerosa, leal, entregada, sincera, tan dulce a su manera... poseía dones maravillosos, y muchos afirmaban que era hermosa. ¿Entonces, por qué? ¿Por qué no la amaban? Necios humanos, incapaces de apreciar un tesoro como aquel...

Ella, que tanto creía en el Amor...

Y frente a las imágenes de cientos, miles de parejas, el Alma Condenada, absorta y vulnerable, seguía susurrando aquel enigma sin respuesta.

¿Por qué ellos sí... y yo no?




Ironía

Todos habiendo tenido
novio, pareja o amado,
habiendo abrazado, besado
y en sus pasiones ardido.

Todos habiendo sentido
ese tesoro cruzado
de fuego y agua preñado
y en su fulgor renacido.

Triste es, que su color,
su belleza, su sabor,
para ellos es algo que viene.

Triste ironía, es dolor
que quien más cree en el amor
es quien menos razones tiene.




El Trobador terminó de recitar los antiguos versos mientras se situaba junto a Ella.

"Los tallaste hace tiempo, en un arrebato de furia al ver que el amor que te era negado, las que estaban a tu alrededor parecían derrocharlo, incapaces de apreciar su valor. Las veías ir y venir de una pareja a otra, hablar de ellas como si de una propiedad fugaz se tratase... y ya entonces, te lo cuestionabas".

La figura de blanco asintió, todavía semi ausente.

"Aún entonces no lo entendía. ¿Por qué yo no?"



(Sigo sin respuesta a esa pregunta, y probablemente nunca la reciba... no elegimos de quien enamorarnos, porque si se pudiera, muchos no seguiríamos aguardando por una persona amada que correspondiera a nuestros sentimientos... y cada día me cruzo con personas que parecen unas superficiales cabezahuecas y sin embargo disfrutan de tener a alguien a su lado... es mucha la rabia... y es mucha la pena... y el anhelo...)


lunes, 30 de agosto de 2010

Decepción



"Ah, frágil Alma Condenada, de nuevo saboreas el frío acerado del dolor... ¿cómo es posible que aún no estés acostumbrada a su sabor? Realmente eres de cristal, como tu Rubí hecho pedazos. Es tan fácil quebrarte para dejar salir a la que aguarda en tu interior, a la que fríamente mira a quienes te rompen al tiempo que ignora sus palabras..."

La Sombra del Trovador suspiró mientras la veía cincelar aquel cúmulo de piedra con una sonrisa demente, en tanto que los demonios, duendes y espíritus se agazapaban por los rincones. En la oscura arboleda, sólo dos esferas brillaban: las más antiguas. Todas las demás estaban apagadas como flores marchitas, carentes de brillo y empequeñecidas.

Ella tallaba con verdadera ansia y anhelo. La figura resultante sería hermosa.

El Trovador se acercó de forma renuente, portando en sus manos el objeto maldito que ella le había encargado.

"¿De verdad están tan mal las cosas como para que tengas que recurrir a este extremo?" preguntó con tristeza.

"Tengo que hacerlo. Vosotros no podéis ayudarme esta vez. Nada nacido de mi ser puede."

Dejando de lado martillo y cincel, tomó la pequeña caja de música que la Sombra había forjado siguiendo su magia y se aproximó a su estatua.

Y, como si la piedra no fuese más que una nube, incrustó la caja en su interior.

Los ojos se animaron, los brazos se tendieron para cobijarla, la voz susurró.

Acurrucándose en aquel abrazo fuerte que daba la sensación de no querer soltarla, el Alma Condenada suspiró y sonrió. La Sombra quiso llorar.

"Solamente te abrazará y susurrará... no puede aportarte nada más."

"Pero eso es lo único que necesito y que no he podido obtener de los demás... el verdadero cuidado de mi tristeza."







Estando con ellos,
nunca te has sentido tan sola,
tan herida,
tan incomprendida,
tan ahogada y asfixiada
por el dolor y la rabia,
tus defensas más frías
son altas murallas
que ellos odian
porque impiden su cruzada.
¿Es inexpugnable tu corazón?
La mano extendida
en busca de ayuda
sólo recibe golpes,
eterno error
es creer que tu juicio
siempre será mejor,
que tu manera de hacer
es la correcta,
y no escuchas lo que el otro
realmente necesita.
¿Es ayuda menospreciar el dolor?
Egocentrismo
es la clave
la palabra que define
ese sinsentido;
forzar la naturaleza,
querer ser como dioses,
cambiar el alma de alguien
siempre recibe un castigo:
no conseguirlo.
¿No lo entendéis?
No es eso, es no querer
porque quizás la amistad no vale tanto la pena
como para tener consideraciones con ella;
tomar el camino fácil
es más tentador que el sendero
lleno de dificultades
que es la delicadeza,
el esfuerzo, la atención,
el no tomarse a broma su tristeza
ni convencerse de no reírse de ella.
¿Qué puedo decir yo?
Tantas veces,
tantos encuentros,
tantas personas
fallando la única prueba
que hace que retome
mi búsqueda eterna
de quien llenará el único hueco
que yo no puedo colmar sola;
realmente
es una vieja historia...
¿Cómo llamar a esta amargura vieja y conocida, a la muerte de las expectativas y la ilusión?

Decepción.


(Cuanto más quieres a las personas, más daño pueden hacerte, pero lo peor es cuando se convencen de que matándote de dolor y soledad interna te están haciendo un favor y ayudándote... eso sólo lo hace peor. Por más que forjes el cobre, nunca se convertirá en acero: creer lo contrario sólo te convierte en el martillo que con suma satisfación golpea hasta romper lo que pretendía endurecer sin hacer caso a los gritos metálicos de dolor...)



jueves, 29 de julio de 2010

A hero comes home



Calurosa noche de estío. La luna llena, que normalmente opaca con su brillo los destellos de las estrellas, ve las reglas habituales romperse en el cielo de tonalidades moradas que cubre el Cementerio. Y el Alma Condenada pasea, enfundada en unos pantalones y una gabardina larga negras que se mece al compás del viento junto con sus cabellos.


La Sombra del Trovador, acodada en un árbol, la observa con cariño. Junto a él, demonios, duendes, espíritus, ángeles de piedra. El ronroneo de sus susurradas conversaciones llena el lugar como el canto de unas sobrenaturales cigarras.

Parecen preocupados.

La Sombra se giró hacia ellos con una sonrisa.

"¿Por qué tan inquietos?"

"Es que..." un demonio eligió hacer de portavoz "... cada vez que Ella sale, tenemos miedo. Miedo de que no regrese. A veces pasa tanto tiempo lejos..."

"Despreocupaos. Recordad que somos su Mundo y su Corazón. Ella jamás nos olvidará."

"¿Pero y si encuentra mejores reinos lejos de nuestro oscuro Cementerio?"

Sin contestar, la Sombra del Trobador volvió a mirar al Alma Condenada, que cantaba bajo el Árbol de las Esferas con voz tenue. Sus largos y ágiles dedos tañían el laúd de boj.

Las esencias miraron al Trobador. Aguardaban su respuesta.

"Por muchas aventuras que viva, por muchos lugares inexplorados que descubra, por muy lejos que se vaya... Ella siempre regresará. Porque éste es su hogar."





(Porque siempre hay un lugar al que regresar... aquel del que saliste, aquel que recordaste en noches nostálgicas mientras pasabas de una aventura a la siguiente, aquel donde dicen nació una leyenda, aquel donde está lo que más amas... un héroe siempre regresa a su hogar...)


miércoles, 30 de junio de 2010

Tan sólo duerme...



Es curioso. Hay personas que, cuando se ven sobrepasadas por los acontecimientos, caen en la hiperactividad. Otras, en la concentración punto por punto.

Yo caigo en el sueño.

Es como si, de alguna misteriosa forma, mientras duermo mi mente equilibrase los datos, ayudándome a hallar un solución. Es un sueño tan inmediato, tan necesario... que no puedo resistirlo, y si trato de hacerlo, me empiezo a ahogar. Puedo lidiar con el dolor, la rabia o la pena, pero no con la decepción. Es un golpe demasiado caótico.

Por eso, sueño.

Tal vez el dulce calor estival se lleve en su brisa mi inquietud. Tal vez es cuando consigo ese breve lapso de tiempo perfecto, cuando parece que tengo toda la eternidad por delante y ninguna obligación programada... tal vez es simplemente que los sueños no te piden ninguna explicación. O tal vez sea la Luna, que me hace adorar su nocturno reino, donde las verdades se revelan lejos de la luz mentirosa del día.

No me gusta la sociedad en la que me ha tocado vivir, del mismo modo que no me gustan los cambios, las relaciones fugaces y vanas, el frío y el dolor.

Pero no os equivoquéis. Que no me gusten no significa que no los acepte con agotada resignación, aunque sólo sea por el conocimiento de que son inevitables. Pero aceptarlos no significa quererlos. No me gustan. Así de sencillo.

Por eso sueño. Porque es algo eterno. Siempre soñamos.

Tan sólo duermo... y sueño.




Haz del silencio tu escudo, tu refugio y tu muro. Te cansas menos que intentando defenderte hablando... y de todas maneras no te van a entender, porque no tienen la misma visión del mundo que tú.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Quemaduras en mi piel



Sollozo. Sollozo. Sollozo. ¿Qué otra cosa podía hacer? Encogida en posición fetal, escondiendo la cabeza entre sus brazos, dejaba resbalar las lágrimas que destellaban con los espasmos de su cuerpo desnudo y herido.

Quemaduras frías y brillantes decoraban su piel.

Ella penetró en la cámara de rojos velos con una mueca de disgusto y enojo, y apretó los puños. Su nube de máscaras danzaba con rabia.

"Basta. Aunque sea yo la que combate, eres tú la que sufre. Me niego a ver más heridas en tí."

Un gemido estrangulado de dolor fue la respuesta.

Y su oscuro reflejo bufó, cubriendo sus ojos con una mano y apretando los dientes con furia. Sus colmillos resaltaban.

"¡Maldita sea! ¿Por qué tienes que sufrir tú? ¿Por qué no soy más fuerte? ¡¿Por qué no puedo protegerte?!"

"Por que yo... nunca aprendí... a no dar importancia a las cosas..." suspiró su desnuda contraparte. "Desearía ser como tú. Ahora mismo... sólo sientes desdén. Molestia, quizás. Una leve decepción." le ofreció una sonrisa vacilante, con los ojos perlados de gotas saladas.

Ella no pudo evitar abrazarla, cobijar aquel cuerpo herido entre sus brazos. Así, al menos, también sentía el escozor de las quemaduras de su compañera.

"Me conoces muy bien... y ahora tú sientes tristeza, decepción, dolor, traición." susurró en su oído. "Pero... no les odias. No sabes hacerlo."

"Hace tiempo que aprendí que son pocos los que nunca te decepcionan. No me acostumbré..." pasó un dedo vacilante por su propia piel dañada."Nunca lo he hecho. Siempre me duele."

"Debiste dejar que se quemasen ellos. Visto lo visto, no merecían que intentases advertirlos."

Ella sólo volvió a sonreír de forma vacilante. Y la comprensión resignada asomó en su reflejo.

"Ya. Cierto. No podías dejarles. Ellos te importan..." y porque te importan dijiste la verdad, pensó. Pero fui yo quien puso las palabras, porque el odio es mío y tú no lo posees. Y cuando me atacaron y yo saqué las uñas, la dañada fuiste tú. Siempre eres tú. No logro protegerte como debería. Sólo logro causarte problemas.

Percibió los pensamientos de su compañera, y pese al dolor sonrió.

"Fue culpa mía. Avisarlos fue idea mía. Debi pensar que habría malas reacciones. No cargues en tu conciencia mis actos."

Asintió en silencio. Pero no estaba de acuerdo. Yo te protejo. No debí dejarme llevar por la furia de ver heridos a los tuyos. No debi dejar que intentases salvarlos.

Ambas se sentían culpables por la otra. Y aquello no tenía remedio.

Las quemaduras se curarían... ¿pero cuánto tardarían en volver a surgir?




(La culpa es mía, por imbécil y por seguir pensando que la gente agradece que le avises de que el fuego quema y que ya se quemó alguien, para que no se les ocurra tratar con el fuego jamás...)



miércoles, 5 de mayo de 2010

El rincón de los sentidos



La Sombra del Trovador se agitó, insegura e inquieta, antes de aventurarse a cruzar los muros.

Pero tenía que hablar con Ella, y se había vuelto a escapar a los acantilados, a correr entre la hierba verde lima bajo el cielo anaranjado. Acostumbrado a la noche perpetua y cuajada de estrellas, el Trovador tenía la impresión de adentrarse en un mundo desconocido.

Acaso no es extraño, pensó. No dejo de ser una esencia de Ella, y sin embargo su Mundo más allá del Cementerio que es su corazón me sorprende.

Y allí estaba la lobo, danzando con el viento y riendo.

"Dijiste que ya lo habías enterrado. ¿Por qué vuelves aquí?"

Ella sonrió.

"Es una parte de mi Mundo."

"¿Una parte donde puedes perseguir rayos de Sol?" se sonrió la Sombra.

La deslumbrante risa de Ella fue la respuesta. Y él se sintió feliz.

Nunca dejaría de ser un Alma Condenada. Pero ella no buscaba la redención, si no la felicidad en su condena.







"Porque quiero cantar, quiero gritar, ser siempre libre y disfrutar, y encontrar aquello que perdí para volver a disfrutarlo contigo... la Muerte puede esperar."


La Sombra rió.

"¿Por que eres sólo un juglar que se escondió? ¿Tras un Cementerio, unas canciones, unos versos?"

"Y una voz en silencio. Como tú."

"Como yo."



(Hace algún tiempo naufragué, y mi amor se hundió a la deriva... ahora que he salido a flote yo sola nadaré a través de los mares, porque nunca he perdido ni mi alma ni la ilusión...)


miércoles, 28 de abril de 2010

Haiku de Occidente



Tal vez mis haiku no fueran dignos de ganar para el jurado, pero yo los considero valiosos por lo que son: pedazos de mi alma, y por tanto, insustituibles. Pero puedo compartirlos con vosotros.



Hi no teitoku,
toi kishibe shita ni
onaji tsuki.


Imperios de sol,
orillas distantes bajo
la misma luna.



Aki no tsuki,
fukakai na yume
yami desu.


Luna de otoño,
los sueños incomprensibles
oscuros son.


(Mis primeros haiku... espero que os gusten...)



lunes, 19 de abril de 2010

Mi noche del año (por segunda vez)



Cada año, una noche especial. Mía. La única en todo el año que no escribo por desahogo, desdicha, dolor, ansia o deseo. La noche en que disfruto sabiendo cuanto me aman aquellos que me rodean y aún los que están lejos, proque todos ellos me demuestran con sus palabras y sus regalos su cariño.

Dos veces dos. Dos, como las cruces que me han obsequiado mis padres. Dos, como la dualidad de la existencia. Dos veces dos, como vuestros regalos: el collar, las cartas, la varilla, el suave delfín. Dos, como una pareja.

Como "tú y yo".

Desde mis dos resplandecientes aves, os contemplo.

Y os quiero, a todos vosotros.

miércoles, 7 de abril de 2010

Un rayo de sol


Noche de magia, noche de ilusiones, noche de mil colores difuminados entre estrellas brillantes que danzan alocadas. Las lápidas y tumbas hoy tienen resplandores dorados, y tal vez no sea sólo por causa de las cien mil velas que sostienen y cuyas mechas también bailan haciéndole la competencia a las estrellas.

Hoy los demonios traviesos ponen música al cementerio, tentando a los ángeles de piedra a bajar del pedestal, y las hadas y duendes juegan y corretean canturreando mientras los espíritus hacen estallar mil flores de fuego en los cielos.

La arboleda sagrada se ha convertido en un ballroom de cristal poblada de destellos y de acordes, el rey gobbling dona su voz y su encanto de fae para acompasar la velada.

Y en el centro, vestida en blanco y turquesa, ella.

Yo. Alma Condenada.

Feliz. Viva. Plena.

Enamorada...




La lobo estaba, una vez más, en los acantilados. Ya no tenía muy claro por qué regresaba allí, tal vez fuera la fuerza de la costumbre. Ella bien sabía que su águila estaba muerta. Y que contemplar el vuelo de otras águilas, por muy semejantes que fueran, no le devolvería a su demonio perdido.

Pero sus sentimientos eran demasiado fuertes para despojarse de ellos sin más. El amor no es algo que se apague cada vez que se desvanece la Luna entre las nieblas del amanecer. Quizás por ello, permaneció tan fiel al recuerdo.

Ahora, aquella fidelidad ya no tenía sentido. Sin embargo, aquellos acantilados eran su lugar, y le gustaban.

El atardecer, su hora favorita. El cielo tenía un intenso color naranja estival en el horizonte, que se degradaba y oscurecía hasta un profundo violeta sobre ella. El viento se deslizó susurrante entre la hierba tras la lobo, espectante, ansioso, profetizando con su canción que aquél era un momento especial, que algo iba a tener lugar.

Y la lobo vio imágenes de un cementerio oculto en ninguna parte, vio a una chica que también alzaba la mirada al firmamento con inocente confusión como ella, vio la dorada Luna fulgurar más y más iluminando un círculo arbóreo y un árbol cuyos frutos eran esferas, vio aquel universo pararse por un segundo, como si contuviera el aliento.

Tan sólo era un rayo de sol, veloz e inaprensible.

Pero en un abrazo oro y zafiro volvió del revés el mundo entero.

Y la lobo echó a correr, persiguiendo ese rayo, riendo, olvidando los acantilados y dejando en ellos el aullido elegíaco, el alma rota y el recuerdo.


(Por fin he aceptado que mir demonio está muerto, por fin es otro rostro el que anida en mis pensamientos... por fin tengo ganas de luchar por un sueño.)



lunes, 22 de marzo de 2010

Leo, en la eternidad...



Llegaste a nuestras vidas una cálida tarde de principios de verano. Eras una cosita suave y esponjosa, de apenas un mes, que cabía en la palma de mi mano, hiperactivo y juguetón. Nos encandilaste con tus gracias y nos robaste el corazón con tus ojos, brillantes, inocentes y llenos de amor. De camino a casa, olfateaste mi cuerpo, mientras te llevaba pegado a mi pecho. Habías venido para quedarte.

Te educamos y nos educaste. Tu carita de cachorro pilluelo, que con los años se aclaró de una máscara negra a un dorado homogéneo, nunca perdió esa expresión de pilluelo travieso, ni siquiera cuando te regañábamos. ¿Recuerdas? Te tumbabas boca arriba y fingías estar arrepentido, tapando con tu patita esa sonrisa pícara que tenías.

Aprendiste a entender nuestro idioma, hasta tal punto que llegó a dar igual las metáforas con las que nos refiriéramos a darte un baño, te las sabías todas y salías disparado. Había que perseguirte y llevarte en brazos a la bañera. Aprendiste a pedir chucherías dando toques a nuestros brazos, a poner carita de pobrecito yo, a solicitar que te abriésemos las puertas.

Nos enseñaste a entender tus gestos, ladridos, lamentos y miradas. Sabíamos cuando querías agua, comida o salir a hacer tus cosas, cuando querías jugar a la pelota y cuando te gustaba una cosa.

¡Cómo disfrutabas yendo en coche, te encantaba! Pretendías hasta conducirlo, poniéndote en el asiento del conductor a la que lo veías libre. Y el agua, con lo que costaba llevarte al baño, eras el primero en estrenar la piscina. Cogías tu pelota y la acercabas al borde, jugueteando con ella hasta que "por descuido" se te caía, y entonces ya tenías una excusa para tirarte tú. Llegaste a sorprendernos a todos al demostrar que sabías subir por la escalerilla de metal y meter la cabeza bajo el agua para buscar tu pelota. En la playa, perseguías las olas. ¡Y qué hilarante era verte, en la lancha, tratando de morderlas y ladrándoles desde la proa, sentado a mi lado! Prácticamente te convertiste en la mascota del club de buceo, no te perdías ni una. Adorabas tanto el mar que a veces, en broma (¿te acuerdas?) te llamaba delfín-terrier.

Uno de tus muchos nombres, en realidad. Leo era el oficial, sí, pero Torbellino (de mi parte), Mizifú, Milú o Leoncio (de mi padre), Cariño, Corazón o "Jovejita" (de mi madre), Pig-terrier (de parte de todos, cuando llegabas rebosante de sactisfacción tras un paseo por el barro y una investigación profunda de la tierra), Nicki Lauda (en el coche)... tu nombre se convirtió, para nosotros, en sinónimo de fox-terrier, y si veíamos uno decíamos "Anda, mira, un Leo!".

Eras un fox terrier. Tenías que haber vivido tus buenos veinte años. Haber envejecido dulcemente junto a papá y mamá, siendo como fuiste siempre su sombra cariñosa, que nos hacía tropezar metiéndose constantemente en medio a curiosear. Tenías que haberte hecho abuelito, hasta llegar a ese día en el que vigilarías con benevolencia a un cachorrito, quizás hijo o nieto tuyo, jugando con un bebé. Tenías que haberte extinguido sin dolor, dormitando, arropado por nuestro amor y nuestro eterno cariño.

Pero fue ese mar que tanto amabas quien se quedó con tu cuerpo.

Nos has dejado en un suspiro, en un golpe de viento. Un triste accidente, una tontería junto a un acantilado, te arrebató. Ni siquiera se pudo recuperar tu cuerpo, caído entre las rocas. Mis padres tuvieron que presenciar impotentes cómo te perdíamos para siempre. Mamá casi se fue detrás tuyo, desesperada por alcanzarte. Papá tuvo que sujetarla. Fue tan cruel para ellos... para todos... Te nos fuiste en tu querida playa de San Román. Papá siempre nos dijo que cuando muriera esparciéramos sus cenizas en la ría de Viveiro, y ahora tú estás allí. Le esperarás, ¿verdad? Para darle una de tus cariñosas bienvenidas cuando llegue. Cuida de nuestra hermana Eva entretanto, ¿vale?. Seguramente te quiere tanto como nosotros.

Y ahora tenemos que aprender a entender que te has ido, y nos faltas tanto... oímos tus uñas golpeando el suelo en tus paseos por la casa, tus suspiros antes de dormirte, tus ladridos persiguiendo a los gatos. Te vemos tras la puerta acristalada, esperando a que te abramos, en la cocina, pidiendo de comer... y tengo que recordarme a mí misma que ya no debo dejar platos con comida en el suelo. En el coche, recibiendo a lametonas a quien entrara, pidiendo mimos. Guardo tu arnés, tu comedero y tu jueguete.

Es duro. Sabíamos que tarde o temprano nos dejarías, pero no tenía que haber sido así. Ni siquiera pude despedirme como es debido.

Atrás has dejado todo tu amor en unos corazones que mueren sin tí. Eras un hijo y un hermano. Eras de la familia.

No tendremos más perros. Papá y mamá lo decidieron y me parece justo que así sea. Quizás cuando me independice vuelva a tener a una criaturita especial conmigo, como tú. Pero ahora y siempre, eres insustituible.

Nos hiciste muy felices, y creemos que nosostros a tí también. ¿Tuviste una vida plena y feliz? Yo siento que sí.

Te amamos. Nunca dejaremos de hacerlo. Nunca te olvidaremos.

Te lo prometo.

Estarás en la eternidad, con nosotros, por siempre.




Leo L. I.

20-04-2002 · 20-03-2010

En nuestro corazón, siempre vives.


A menudo he visto y oído a muchas personas decir que hay que ver cómo se pone la gente cuando muere un animal mientras que no derraman ni una lágrima por todos esos hombres, mujeres y niños que mueren cada día. Esas personas nunca han tenido a su lado a un ser tan cariñoso y fiel, me figuro, pero por si acaso, les aclaro: dentro de poco cumpliré 22 años. A lo largo de toda mi vida, he tratado humanos, leído y visto lo que hacen y comprobado en mis propias carnes de lo que son capaces. Los humanos me han herido, dañado sin razón, me han hecho odiarlos multitud de ocasiones, y me han traicionado más veces aún. No todos, pero sí muchos más de los que deberían haber sido.
Pero Leo, al igual que mi adorada Yami, me entregó, nos entregó, todo, sin pedir nada a cambio más que un poco de nuestro amor. Nos dio fidelidad, dulzura y amor sin límites y sin dobles intenciones. Nos brindaba compañía cuando nos sentíamos solosy nos consolaba cuando estábamos tristes. Era el pequeño bebé mimado de mi madre, la sombra cariñosa de mi padre y nuestro revltoso hermano pequeño. Lloro mientras escribo esto, y lloraré por él muchas más lágrimas de las que lloraría por muchos humanos. Porque él sí que se las merece.


(El hueco que has dejado nunca se llenará, hasta el día en que volvamos a reunirnos al Otro Lado...)


domingo, 7 de marzo de 2010

Desde abajo


Hace tiempo escribí este poema-canción para explicar lo que sentí durante mi primer concierto. Hoy, años después, os muestro a vosotros, que estuvisteis conmigo allí abajo, que sigo sintiendo la misma emoción que antaño. Porque para los que brincamos abajo, el escenario siempre será el cielo al que nos lleve esa escalera que nos cantan las viejas leyendas del rock. Podría escribir sobre la tristeza y el dolor que ayer surgieron, pero antes prefiero mostraros que no todo es luz marchita en mi dulce oscuridad.


Ha comenzado

a fluir en mis venas la sangre

llevando

adrenalina, más a cada instante.

Esta noche

que aguardaba desde hace tiempo

ha llegado

y por fin nuestros gritos llenarán el viento.

En la sala

junto al escenario ya no cabe un alma,

luces fuera,

el concierto ya empieza, ha huído la calma.


Y aquí estoy,

brincando en el suelo,

envuelto en un mar de llamas,

envuelto en un bosque de ramas de cuernos

disfrutando desde abajo

desde abajo... mirando el cielo.


Una sola voz

al unísono son mil gargantas.

Cada canción

se hace especial, y no una entre tantas.

El cansancio

se aferra a los cuerpos pero es ignorado.

Nuestras bocas

sedientas y ansiosas aguardan un trago.

Ya se acaba,

y los ansiados tesoros nos son arrojados.

Alargamos

el último aplauso... todo ha terminado.


Y aquí estoy,

brincando en el suelo,

envuelto en un mar de llamas,

envuelto en un bosque de ramas de cuernos,

disfrutando desde abajo,

desde abajo... mirando el cielo.



(¡Salve, Barón!)



sábado, 27 de febrero de 2010

Broken


En la cámara de rojizos velos, la figura yaciente duerme. Sueña deseos, sueña pesadillas. Sueña con ellos. Y su cuerpo desnudo, puro, frágil, se estremece.

La figura sedente vela su sueño. Vigila eternamente, no duerme, no sueña, no puede ni lo desea. Nació para proteger a su cristalina compañera, y nada más le interesa. Sus negros ropajes y su nube de máscaras son la mejor defensa.

El despertar llega con una melancólica canción.

- Sólo tu sufrimiento puede hacerme daño, mi luz. Pero es de lo único que no puedo protegerte.-

- No puedo evitar sentirme desgarrada por dentro...-

- Somos un alma dividida en dos cuerpos.-

- Pero mi parte está incompleta... salvo en mis sueños.-

La oscuridad abrazó a la luz.

- Sueña por ambas, mi contraparte. Sueña por ambas.-





(En mis sueños, ya no eres el único rostro que aparece... ¿significará eso redención, o una nueva condena?)



miércoles, 17 de febrero de 2010

Encuentro en el bosque



Se encontraron en el atardecer, cuando la lobo contemplaba las tonalidades ígneas del cielo antes de que imperasen las sombras. El Sol pintaba de dorado las rocas y hacía resplandecer llamas ocultas en su pelaje. Fue entonces cuando el jabalí se acercó.

"Eres extraña."

"¿Por algo en especial?"

"Sólo aceptas cosas concretas, y si no las puedes tener, prefieres pasar la agonía de vivir sin ellas."

La lobo sonrió.

"Así es mi alma. ¿Cómo puedo llevarle la contraria?"

El jabalí resopló.

"Si hablásemos de alimento, te morirías de hambre. ¿Por qué dejarse morir de hambre? Que no encuentres la trufa negra todos los días no significa que las raíces no te nutran. Aunque no sepan tan bien. ¿Por qué privarte?"

Ella sacudió la cabeza e invitó a su interlocutor a sentarse en las altas peñas para contemplar el Mundo de Ella mientras el astro rey agonizaba.

"Si hablásemos de alimento, significaría que, aunque yo quisiese sustituír la carne por frutos, o pescado, mi cuerpo no lo aceptaría. Podría comerlo, sí. Pero acabaría por regurgitarlo. No porque no sepan bien, o porque alguien piense que la carne es mejor. Es porque, simplemente, mi cuerpo no nació para devorar esos alimentos, y en consecuencias... ¿qué sentido tiene forzarle a comerlos? Los instintos están solos en la batalla contra la mente, el alma y el cuerpo."

Él negó con la cabeza.

"Pero puedes comerlos. ¡Yo puedo!"

"Sí, tú puedes, y respeto eso y lo acepto. No voy a menospreciarte por ello, tu dieta es tan válida como mi ayuno. Pero debes comprender que somos distintos. Y lo que tú puedes hacer libremente está vedado para mí, por naturaleza, por personalidad. Eres libre. Y yo también."

El jabalí se levantó. Ya no se veía el Sol, pero las estrellas relucían en un preludio a la Luna.

"La vida es corta como para vivirla de esa manera."

Ella le clavó sus ojos insondables, con una sonrisa enigmática.

"Pero para mí, quienes malgastáis la vida sois los que actuáis a mi inversa."

Él se marchó encongiéndose de hombros. Ella no sabía si él la entendía o no. Probablemente sí, aunque no compartiese su postura. No le preocupaba, ella tampoco compartía la suya.

Bajo la Luna, se lanzó a correr.

Eres libre. Y yo también.



(No es mi obligación, ni mi penitencia. Es mi elección)


viernes, 22 de enero de 2010

Soledad



Melancólica Alma Condenada... ¿nunca se acostumbrará a la decepción? Como si no la hubiera sufrido mil veces...

Pero qué se puede esperar de una soñadora, ¿no?

Y sin embargo, tan frágil. Cantando bajo el Árbol de las Esferas en un intento por evitar sentir lo que siente, se esconde, se protege. Está cansada. Ser una híbrida capaz de conciliar ambos extremos en una sola mente no es una bendición, porque pocos la entienden, y no logra encajar.

Aguardando otra alma, viviendo sin nadie más.






Aturdo mis sentidos
para olvidarla.
Es como caminar
por la vieja casa encantada
cuyos únicos fantasmas
fuesen el Silencio
y la Nada.

Su sabor
es frío y húmedo
como las cuevas de los susurros
donde sólo habitan ecos
de agua helada tintineando
contra sus paredes de mármol
y oscuridad nunca perturbada.

En esas frías noches
es cuando descubro
que al final, siempre falla,
que incluso el amigo
en quien más confiabas
desea algo
que no podrás darle jamás.

A tu lado
echas en falta
alguien a quien confesar todo
alguien con quien no tengas secretos
alguien
que sea un espejo
reflejando tan sólo lo que das

Sin pedir nada más
que lo que estás dispuesta a otorgar,
sin tratar de robar
sorbos prohibidos, amargos,
que te alejan
entre escalofríos.

Así la sientes,
entonces la sientes,
en esos instantes
donde nada hay,
donde sólo quedas tú
sin ruídos ni presencias.

Donde parece que estás en un cementerio
y seas la única viva entre los muertos,
existiendo en Soledad.


(La amistad no es suficiente para paliarla...)


domingo, 17 de enero de 2010

Aullando a la Luna



"Él no me ama. Lo sé. Lo he sabido desde el principio. Pero... saberlo y aceptarlo no son lo mismo."

La lobo reacomodó su cabeza sobre sus patas y suspiró. Estaba tumbada en la plataforma rocosa junto a la entrada de su cueva, y a sus pies, se extendía el Mundo de Ella. Podía verlo todo, a sus amigos, a su familia, desde su alto refugio de piedra.

Estaba triste. Y serena. Otras veces aquel paisaje había sido su esperanza, pero hoy, en su atardecer anaranjado cuajado de oros, le parecía que simbolizaba el Tiempo.

Nada permanecía, nada duraba, más allá de lo que ella misma había construído. Su cueva, su familia, no habían cambiado, pero... las criaturas que poblaban el Mundo de Ella eran erráticas y vagabundas. Iban, venían, a veces se quedaban largo tiempo, pero nunca permanecían. Hay que vivir la vida, decían para justificarse.

Eso a ella le molestaba. ¿Vivir la vida? ¿Qué significaba esa frase? ¿Que no se podía vivir la vida si no era solo? La lobo los veía ir de un lado al otro, como si les asustase quedarse mucho tiempo en algun lugar y enraizar. Los veía saltar de una persona a otra, como si una pareja fuese un obstáculo en vez de una bendición. ¿Qué vida podían vivir, reflexionaba, sin nadie con quien compartirla? ¿Con quien crear recuerdos y lazos que se mantuvieran y crecieran?

No se creía en posición de dar lecciones a nadie y no censuraba a sus erráticos amigos, pero la lobo opinaba que no vivían su vida. La malgastaban.

"Tienen miedo..." pensó para sí. "Alguien les dijo que tenían el mundo a sus pies, y ellos le creyeron, pero a condición de no crear nada que significase compromiso, porque los compromisos exigen responsabilidades. Ellos tienen miedo de las responsabilidades, tienen miedo de Tener que Hacerse Cargo..." un nuevo suspiro salió de su hocico. "Alguien dijo que una pareja era una atadura y le creyeron, porque pensaron que tener una pareja significaba quedarse. No entendieron que una pareja es quien te acompaña a vivir la vida allá donde vayas... yo hubiera ido con él..."

El Mundo de Ella se iba quedando silencioso, las criaturas se retiraban a descansar... a muchas hacía tiempo que no las veía aparecer, estaba resignada a haberlas perdido, como había perdido a otros, otras aparecían esporádicamente en un triste presagio, y unas pocas continuaban habitando cerca.

La lobo sacudió su pelaje y siguió dejando que los moribundos rayos del Sol calentasen su piel, observando, aguardando, imaginando... porque el sonido de batir de alas en sus oídos no era real. Ninguna figura alada estaba surcando el cielo, negra silueta recortada sobre el disco dorado.

"... pero él ya no me ama. Y la pequeña esfera sigue sin crecer. No le importo, no le intereso... y él, ÉL no me ama..."

Cuando la luna asomase, su triste cántico lobuno la saludaría.

Entregando su pasión a la Dama de Plata, la lobo evitaba dejarse arrastrar por la desesperación.

Triste.

Serena.

Pero también fuerte.

Tarde o temprano, encontraría a su Amor.



(Dedicado a aquellos que todavía creen esa falsedad de que "vivir la vida" es salir, beber, el rollo de siempre... y que están desperdiciando todo este Tiempo que podrían disfrutar junto a alguien con quien, años y años después, recordar esos momentos y muchos más...)