Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




sábado, 29 de abril de 2017

Mi noche del año (por octava vez)




Realmente ya no es mi noche. Pero el tiempo en este giro de Sol es como un torrente que me avasalla y me arrastra sin poder evitarlo, así que no siempre acabo en la orilla en la que pretendía salir.

Veintinueve giros de Sol. Debería alegrarme, y lo hago... pero no demasiado.

Nunca me ha molestado sumar años a la cuenta. Son mis medallas de vida, mis pruebas de madurez, de experiencia. Pero también son la cuenta de mis sueños perdidos, de mis sueños rotos. De cosas que proyecté de niña y no logré.

Tan sólo me quedaba un anhelo, y ya no podrá ser. Ya no hay tiempo suficiente. El mundo, la época, mi vida.... todo ha obstaculizado mi último deseo. Y no soy tan egoísta como para destrozar todo a mi alrededor por cumplirlo.


Triste sino.

Pero al menos sé que soy amada por lo míos, valorada, incluso respetada. Y para una lobo que no siempre gusta de ser solitaria, nada hay más valioso que eso: su manada.

En este giro solar, sé que Portos y Athos están conmigo y hasta que el destino nos separe seremos por siempre los Tres Mosqueteros. Y sé que soy más fuerte de lo que creía.

Por vosotros, por aquellos que me amáis, sonrío.

Por todos vosotros.

miércoles, 12 de abril de 2017

Sueño extraño



Algo vibra en el aire. La Sombra del Trovador lo nota y persigue la sensación a través de los empedrados caminos del Cementerio. Hoy hay plenilunio y no se ven las estrellas en el cielo ultramar.

Como no podía ser de otra forma, acaba llegando al corazón del reino, a la confluencia de los caminos rodeada por la arboleda sagrada. Allí donde se levanta el Árbol de las Esferas, y bajo él el Epitafio.


Yo, Alma condenda está sentada en el catafalco blanco, con la mirada perdida en una visión desconocida. A su alrededor, flotan mágicas burbujas que rielan con la luz de las velas y de la Luna. La Somrba del Trovador las contempla: figuras desvaídas aparecen en ellas como misteriosos reflejos, o como bolas de cristal encantadas. 

Algunos de los personajes están muy borrosos, pero él puede reconocerlos a todos: cada una de las burbujas muestra una criatura que alguna vez pasó por el Cementerio. Conoce sus retratos, aunque los colores parezcan desteñidos, aunque haga siglos que se marcharon. Y recuerda el tiempo que tardó el Alma condenada en aprender a aceptar que nadie se quedaba, y que incluso ella tuvo que  irse de algunas vidas para siempre.



El caprichoso revoloteo feérico de las burbujas no le impide llegar hasta ella, vestida de blanco. Está pensativa, y su rostro refleja la más pura sorpresa.

"¿Por qué?" susurra al fin, aún con la sorpresa pintada en sus pupilas. "Después de tanto tiempo, de tantos giros de Sol... ¿por qué ahora aparece en mi sueño?"

La Sombra del Trovador se estremece mientras las palabras calan hondo en su esencia. Cree saber a lo que se refiere...

"¿Por qué he soñado con tu rostro?" inquiere, curiosa, mientras posa su mano en su rostro fantasmal. "Ha sido extraño..."

Su rostro. El rostro del águila que voló lejos. El rostro que ella no esperaba volver a ver jamás. De reojo, mira el Epitafio. Siempre ha sido una tumba tranquila, un Recuerdo que poco a poco se durmió en el Rubí como un dulce viento de verano.



Él tampoco entiende que se le haya aparecido en sueños después de tanto tiempo. No sabe lo que su mente le intenta transmitir. ¿Un recuerdo alegre? ¿La prueba de que fue, y sigue siendo, capaz de enamorarse? ¿La señal de que añora algo a lo que no puede poner nombre? 

Pero el Rubí ya no está....

Y entonces lo ve.

En el pecho de Yo, Alma Condenada, está brotando un diminuto granate, perfectamente pulido, como una gota de sangre.

Quizás su mente le susurra que es tiempo de renovación. Quizás quiere recordarle que el amor no siempre hace daño. O la inocencia de aquel tierno amor.

Sea como fuere. es algo extraño, pero no malo ni doloroso. Sólo extraño.

Y sólo el Tiempo sabrá.



(Que pase una vez puede ser casualidad, que pase dos.... es un mensaje de mi subconsciente, pero sigo sin tener claro cuál...)