Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




martes, 27 de enero de 2009

Siento que no estás...



Si las cosas no dolieran, no existiría la felicidad. Sin la tristeza, no existiría este cementerio. Sin la nostalgia, no apreciaríamos las cosas que están por llegar.

Pero a veces, el precio a pagar puede hacerse muy largo.

El Alma Condenada lo paga en cada susurro de su desgarrado rubí, en cada canción con la que nutre el árbol de las esferas.

Regándolo con lágrimas, acecha, a la espera...

Aunque sabe que la semilla no puede volver a brotar.





Llorando en la noche, cantando sin ti,
recuerdo momentos que añoro vivir.
Me faltan tus manos, tu paso al andar.
No encuentro el camino... ¡Siento que no estás!
No quiero que el mundo nos separe más...
Jura que a mi lado siempre vas a estar...
No quiero el destino ni verte marchar...
¡Tan sólo te pido que mires atrás!
Llorando en la noche, cantando sin ti,
recuerdo momentos tan lejos de ti...
Si vienes conmigo el tiempo curará
las viejas heridas que nos hizo andar...
Te encuentro perdido, sin sentido estás.
¡Tan sólo te pido que mires atrás!
Di que conmigo de nuevo reirás,
di que en tu pecho aún puedo llorar,
no es tan difícil volver a soñar...
¡Rompe ese muro que un día nos supo alejar!
Volvamos a sitios lejanos
que en tiempos pasados
vivimos los dos...
Vayamos en busca del lago
porque aún no secó...
Dejemos orgullos mundanos.
sabes que arrimado siempre estaré yo...
Luchemos juntos contra el tiempo
que nos separó...

Di que conmigo de nuevo reirás,
di que en tu pecho aún puedo llorar,
no es tan dificil volver a soñar...
¡Rompe ese muro que un día nos supo alejar!
Volvamos a sitios lejanos
que en tiempos pasados
vivimos los dos...
Vayamos en busca del lago
porque aún no secó...
Llorando en la noche,
cantando sin ti,
recuerdo momentos,
tan lejos de ti...
No quiero que el mundo nos separe más...
Jura que a mi lado siempre vas a estar...
No quiero el destino ni verte marchar...
¡Tan sólo te pido que mires atrás!
Río si tú eres feliz...
Lloro si triste es tu fin...
Sangro si sangro por ti...
¡Vamos, amigo, hacia allí!
¡Ooh! ¡Ooh!
¡Siento que no estás!


Desde su palacio carmesí, dos mujeres de indéntico reflejo observan, bebiendo de la canción.

"Esto no es bueno" susurra una.

"Es lo que necesitamos"

"Lloras"

"Yo lo amaba"

"... yo también"

Porque él, sin saberlo, las amó a ambas.



(Siento que no estás, que te estás marchando ya, y en tu ausencia se forma un vacío que volveré a llenar...)


sábado, 17 de enero de 2009

Ying y yang



El Alma Condenada posee una piedra preciosa del color de la sangre. Una piedra que late y se estremece.

¿Pero qué oculta en su seno?



La mujer se deslizó con paso felino y lleno de confianza por entre las suaves paredes rojas. Brillaban y latían, y al mismo tiempo parecían ser sólo tenues velos rojizos formando un prieto capullo, con una cámara en el centro. Todo el lugar estaba bañado en la suave luz procedente del exterior, que al atravesar las paredes se tornaba anaranjada.

Era el tintineo de diamantes al caer lo que la guiaba.

La encontró en el centro de la cámara, como siempre. Bien sabía ella donde estaba en cada momento, en cada respiración. Yacía en posición fetal sobre un lecho de cojines carmesí, recostada sobre su lado derecho, y abrazaba con temblor un enorme rubí rojo.

La mujer se acercó aún más. Sus ropas negras susurraban a su paso, mientras que la nube de máscaras de colores que la rodeaba danzaba lentamente alrededor de ella. Sus ojos reflejaban una seguridad que muchos confundían con arrogancia, su cuerpo entero era una imagen de confianza y fuerza que ignoraba la palabra derrota.

Su rostro le devolvió la mirada desde el lecho de cojines. Estaba desnuda, a excepción de un colgante en su cuello, similar a una punta de flecha, y un anillo de dragón en su dedo anular, ambos de plata y negro. Rebosaba amor, rebosaba empatía, y por todo ello dolor, tristeza y desesperación, un canto a la vulnerabilidad.

- Mi amor... no deberías seguir llorando. Sabes que no lo hago por verte sufrir, si no al contrario.- susurró, arrodillándose junto a ella y acariciándole el largo cabello oscuro.- Eres demasiado sensible. Amas demasiado.- suspiró.- Eres demasiado leal e inocente como para odiar, como para que las cosas no te afecten, y como para soportar la realidad.-

- Lo sé... lo sé... siento tanto dolor...- los húmedos ojos de la joven desnuda la miraron, amenazando lágrimas de cristal como las que la habían guiado.

Frente a frente. Un espejo. Un reflejo. Dos mujeres idénticas en cuerpo y rostro hablaban en la cámara de rojas paredes veladas.

- A veces me pregunto por qué no tomas mi lugar...- la joven se pasó una mano por las mejillas, tratando de borrar los rastros de lágrimas.- Tú eres fuerte, sobrevives. Das la cara al mundo. Yo soy demasiado débil.-

- La cara que el mundo necesite ver.- contestó desdeñosamente haciendo un vago gesto hacia sus máscaras, cuya variedad de colores iba del blanco puro al negro profundo, pasando por todos los tonos del arco iris y derivados- Pero yo no sería nada sin tí, mi pureza, mi luz.- la tomó entre sus brazos, estrechándola con ansia.- Tú eres mi fuerza. Nadie más me importa, sólo tú ocupas mi corazón. Lo sabes. Yo sólo te amo a tí.- la pasión se destilaba en su voz, en la mano que acariciaba la frágil mejilla.

- ¿Y qué hay de los demás? ¿Amigos, familia?- inquirió en un susurro el pajarillo herido.

- Sólo tú.- repuso con fiereza.- Los demás me importan en la medida que tú los amas. Si te hacen llorar o ponen una sonrisa en tu rostro.- le estrechó aún más contra sí.- Sin tí, no tengo razón de existir.-

- Deberías relegarme aquí, y dejar de vivir un tiempo compartido...-

- Mi amor, mi pureza, sabes que eso es como pedirle a la luz que no arroje sombras. Tú y yo estamos unidas del mismo modo que la vida y la muerte. La existencia de una define automáticamente a la otra.-

La miró a los ojos... sus mismos ojos, ¿pero de cual de las dos? Atrayendo el rostro inocente hacia ella, la besó, lenta, amorosamente, acariciando los labios de su compañera con los suyos propios, compartiendo una caricia íntima que sólo los verdaderos amantes conocen.

- Yo soy la fortaleza. Tú el tesoro que alberga. Sin mí para protegerte, te romperías en mil pedazos y nadie lograría recomponerte. Sin tí, yo no tengo nada que me frene, nada a lo que amar, nada que proteger. Mi existencia sólo tiene sentido gracias a tí. Nací para velarte, mi luz.-

La joven desnuda se dejó querer, sujetándose a su contraparte como una niña pequeña a sus padres.

- Tú nunca me dejarás, ¿verdad?- rogó, desesperada.- Nunca me dejarás. Estarás conmigo... ¿para siempre?-

La mujer sonrió.

- ¿Sólo me quieres contigo para siempre?- acarició el oscuro cabello.- Mucho más que para siempre, mi pureza, mi luz, mi corazón.-

Ambas necesitaban de la otra para vivir. Y demostraban que "para siempre" existe.


Un alma puede tener dos cuerpos. Y dos nombres.

Otro fragmento en su colección de historias.



(¿Quién es la que responde a cada nombre?)