Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




viernes, 25 de enero de 2008

Ven...



Acércate.


Abre la puerta.

Adéntrate en la avenida de losas de piedra.

Camina.

Contempla los mausoleos, las lápidas, los nichos, los muros.

Escucha.

El viento susurra, la tela y la piel se rozan.

Siente.

Aquí estás.

Has llegado.

Estás en el cementerio de los sueños olvidados.






(Recupera aquí los sueños que dejaste atrás y cúmplelos antes de iniciar el gran viaje)

martes, 15 de enero de 2008

Lluvia de sangre



El Alma Condenada vaga silenciosa por su vacío cementerio. Pocos son los que la visitan, pero está acostumbrada a ello. A su dominio no llega cualquiera. Suspira, mientras pasea entre mausoleos y lápidas de mármol, y recuerda a un ser que la visitó hace poco. Durante unas semanas vino casi cada noche a charlar con ella, recorriendo su reino, pero tuvo que marcharse y ya no puede venir tan a menudo.

Añora su conversación, pero se resigna. Al menos sus heridas comienzan a cicatrizar.

Así, pasando junto a un bello panteón, se detuvo a leer la historia inscrita entre sus muros.

Una antigua historia que ella misma talló. Reflexiones olvidadas de un alma en su cementerio.




"Plik. Plik. Plik.

Oigo el ruído de las gotas al caer. Lenta e incesantemente, resbalan y se precipitan a una temprana muerte.

Está todo tan silencioso... ni siquiera el viento, con su suave soplo, añade sonido alguno al ambiente, sólo el plik, plik, plik de las gotas me acompaña. Finalmente, el rumor de las hojas al ser mecidas se une tímidamente al compás, llenando con su música este cementerio de frías tumbas y lápidas olvidadas.

Porque sé que esto es el cementerio. Al fin y al cabo, no me he movido desde que terminé el proceso, y dudo que pudiera hacerlo ahora. Sigo aquí, entre nombres borrados por la mano del tiempo y flores marchitas cuyos colores se robó la muerte. No quedan bien los colores alegres en este mundo de piedra gris y mármol blanco.

Extiendo mi mano, dejando que la lluvia la empape. Qué curioso. Juraría que esta lluvia es más densa de lo normal. Las gotas son espesas y un olor metálico flota en ellas.

Ráfagas frías se cuelan entre los callejones de los nichos, mientras hadas y espíritus bailan invisibles en las alas de los ángeles petrificados. No los veo, claro está, pero sé que están ahí. Los siento, los percibo. Ojalá pudiera unirme a ellos.

Pero no puedo. Soy un alma humana y errante, condenada a un final como todos los mortales. Algún día abrazaré el silencio de la Muerte, y en su cálido abrazo dejaré de sentir.

No más sufrimiento, no más alegría.

La lluvia no amaina, pero tampoco se intensifica. Es extraño, no me cala el cuerpo, pero la siento en mis manos.

Unos gritos rompen mi reposo. Voces chirriantes... las odio.

¿Qué es esto? También oigo llantos.

No, por favor, lágrimas no... aunque no pueda verlas, me duelen, sobre todo si son tuyas.

Sí, esos ojos en el suelo son míos, dejad ya de gritar.

Sí, mis uñas están teñidas de carmesí porque me los arranqué con ellas.

Que cese el ruído, por favor, no oigo la lluvia.

¿Lluvia?

Oh, vaya. No es agua.

Está lloviendo sangre.

Sangre que se derrama de mis cuencas, como lágrimas, hasta mis manos manchadas.

Ya no siento frío. Ya no siento dolor.

¿En qué momento dejé de hacerlo?

No, no, me levantéis. Dejadme aquí, dejadme derramar esta última lágrima. Marchaos, no quiero ruídos, que sólo queden los cuervos como escolta de mi condena, a la que prestan sus plumas para hacerse unas alas negras.

Lluvia de sangre nacida de mí."



(¿De quién serán esas lágrimas que me duele escuchar?)




lunes, 7 de enero de 2008

Esperanza



Es un extraño sentimiento, el que me inunda recién comenzado este año. Dicen que el color verde lo representa, y que es lo que impulsa a los seres cuando están en lo más hondo y nada les queda. Es lo que hace que nos volvamos a levantar, porque, en el fondo, no nos libramos de sentirla, de pensar que, por nimia que sea, siempre nos queda ella.

Me ha acompañado siempre. He tenido esperanza de todas las cosas, y aunque ha cambiado mi actual anhelo (antes era diferente) nunca desaparece.

Es infinita y es imparable. Nuestra alma siempre la sentirá, aunque no queramos.

Aleteando en el rincón más oscuro y haciendo que creamos que un día, la estatua que ahora abrazo dejará de ser piedra para volverse carne, sangre, huesos y alma, y me susurrará al oído un "te quiero".

La cuarta elegía de un alma errante en su cementerio.







Esperanza.

Ante mí se abre un camino umbrío, ya antes transitado. No es brillante ni abierto, si no que discurre entre las sombras de una oscura maleza silenciosa.

Zarcillos de niebla revolotean a mis pies mientras avanzo a tientas por esta senda misteriosa. Ignoro adónde me llevará: tal vez a Avalon, tal vez al Infierno, tal vez al reino de las hadas, tal vez al negro pozo del que nadie escapa jamás.

Pero aunque no conozca su final, estoy obligada a seguir esta ruta, pues no veo otra.

Zarzas con afiladas espinas desgarran mi ropa y me arañan la piel. Suaves hojas de árboles enigmáticos acarician mi rostro, cálidas como las manos del fuego, etéreas como las plumas del águila que un día voló lejos.

Creo que obligada no es la palabra exacta. Sigo este sendero aunque podría haberme quedado allí, acurrucada en mi soledad. Pero todas las vidas, en su origen, tienen el instinto de seguir luchando, de continuar adelante. Y por eso, mi cuerpo se mueve de forma casi automática y avanza, entre dolor y placer, por el camino

No es acogedor.

No es aterrador.

Es amargo.

Es dulce.

Porque así es ella.

Ni blanca ni negra, ni buena ni mala, ni deseada ni odiada, se limita a existir, lo último que perdemos antes de perder la vida, la ESPERANZA.