Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




lunes, 7 de enero de 2008

Esperanza



Es un extraño sentimiento, el que me inunda recién comenzado este año. Dicen que el color verde lo representa, y que es lo que impulsa a los seres cuando están en lo más hondo y nada les queda. Es lo que hace que nos volvamos a levantar, porque, en el fondo, no nos libramos de sentirla, de pensar que, por nimia que sea, siempre nos queda ella.

Me ha acompañado siempre. He tenido esperanza de todas las cosas, y aunque ha cambiado mi actual anhelo (antes era diferente) nunca desaparece.

Es infinita y es imparable. Nuestra alma siempre la sentirá, aunque no queramos.

Aleteando en el rincón más oscuro y haciendo que creamos que un día, la estatua que ahora abrazo dejará de ser piedra para volverse carne, sangre, huesos y alma, y me susurrará al oído un "te quiero".

La cuarta elegía de un alma errante en su cementerio.







Esperanza.

Ante mí se abre un camino umbrío, ya antes transitado. No es brillante ni abierto, si no que discurre entre las sombras de una oscura maleza silenciosa.

Zarcillos de niebla revolotean a mis pies mientras avanzo a tientas por esta senda misteriosa. Ignoro adónde me llevará: tal vez a Avalon, tal vez al Infierno, tal vez al reino de las hadas, tal vez al negro pozo del que nadie escapa jamás.

Pero aunque no conozca su final, estoy obligada a seguir esta ruta, pues no veo otra.

Zarzas con afiladas espinas desgarran mi ropa y me arañan la piel. Suaves hojas de árboles enigmáticos acarician mi rostro, cálidas como las manos del fuego, etéreas como las plumas del águila que un día voló lejos.

Creo que obligada no es la palabra exacta. Sigo este sendero aunque podría haberme quedado allí, acurrucada en mi soledad. Pero todas las vidas, en su origen, tienen el instinto de seguir luchando, de continuar adelante. Y por eso, mi cuerpo se mueve de forma casi automática y avanza, entre dolor y placer, por el camino

No es acogedor.

No es aterrador.

Es amargo.

Es dulce.

Porque así es ella.

Ni blanca ni negra, ni buena ni mala, ni deseada ni odiada, se limita a existir, lo último que perdemos antes de perder la vida, la ESPERANZA.



2 comentarios:

Kimuko dijo...

Pues me alegro muchisimo de que la dama de verde te acompañe en tu condena :***

Edel dijo...

Lo mismo digo...