Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




domingo, 17 de agosto de 2008

Espectación



Si en mis manos estuviera el reloj de arenas de coral que maneja el tiempo del mundo, piensa el Alma Condenada, esta lápida no la tallaría jamás. O quizás sí.

Porque corto o largo, el lapso que dura la consecución de tu deseo se ve impregnado por este sentimiento.

¿Cúan dulce es, y cúan desesperante?

Con los nervios a punto de estallar, el corazón se desboca de sólo pensar en lo poco que falta para poderlo lograr.

¡Oh, inquieta espectación!




¡Ya no puedo aguantar más!
La espera me está matando
cuando sé que pronto llegará
lo que tanto he deseado...
¡Por fín se cumplirá!

Incapaz de estarme quieta
corro con mi vestido al viento,
y por todo mi castillo
se respira un aire quieto
en el tiempo detenido.

Y sintiendo que se acerca
vuelo hasta la entrada
donde mis ojos alerta
otean el horizonte,
mirando fijamente la senda.

¡Ah, profunda expectación!




(Cuando sientas tu corazón latir deprisa, cuando sientas tu respiración más veloz, es que llega lo que tanto deseaste y este sentimiento ha besado tu alma y tu voz...)


lunes, 4 de agosto de 2008

Anhelo



El Alma Condenada es descubierta por los ojos de las hadas bailando bajo la luz lunar. Su danza es alegre y enloquecida, coreada por risas tintineantes y argénteas que reflejan su ánimo encendido.

A su alrededor revolotean los espíritus, siguiendo sus pasos, bailando con ella, cubriendo su cuerpo desnudo con suaves telas vaporosas gris plata y turquesa.

Un fuego cálido como un atardecer de estío brilla en su corazón.

Tú, poderoso sentimiento, que prendes y nos haces querer más, esperar, desear.

Tú, implacable anhelo, deliciosa y torturante espera.

Una nueva inscripción tallada en este cementerio.








Suave, cálido y puro,
sentimiento primigenio,
porque todos al nacer
lo primero que sentimos es anhelo.

Anhelamos amor, protección y alimento,
anhelamos salud, vida y objetos,
anhelamos amigos, aventuras y sueños,
anhelamos tantas cosas... que al final, nos perdemos
y olvidamos que lo necesario
es tan poco en realidad...

Cuando quieres algo, esa espera,
el tiempo que aguardas para cumplir tu deseo.
Porque así es esta emoción:
es querer, esperar, aguardar y desear.

Tú, desde tus altas torres.
Yo, desde mi cementerio.
Clavamos la mirada en el horizonte,
contando uno a uno los segundos
de la espera que queda,
viviendo en el aguardar,
deseando,
queriendo,
anhelando.




(Es una dulzura cruel esa espera entre nuestro deseo y su cumplimiento, pero sin ella no valoraríamos realmente los deseos que obtenemos...)