Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




miércoles, 28 de abril de 2010

Haiku de Occidente



Tal vez mis haiku no fueran dignos de ganar para el jurado, pero yo los considero valiosos por lo que son: pedazos de mi alma, y por tanto, insustituibles. Pero puedo compartirlos con vosotros.



Hi no teitoku,
toi kishibe shita ni
onaji tsuki.


Imperios de sol,
orillas distantes bajo
la misma luna.



Aki no tsuki,
fukakai na yume
yami desu.


Luna de otoño,
los sueños incomprensibles
oscuros son.


(Mis primeros haiku... espero que os gusten...)



lunes, 19 de abril de 2010

Mi noche del año (por segunda vez)



Cada año, una noche especial. Mía. La única en todo el año que no escribo por desahogo, desdicha, dolor, ansia o deseo. La noche en que disfruto sabiendo cuanto me aman aquellos que me rodean y aún los que están lejos, proque todos ellos me demuestran con sus palabras y sus regalos su cariño.

Dos veces dos. Dos, como las cruces que me han obsequiado mis padres. Dos, como la dualidad de la existencia. Dos veces dos, como vuestros regalos: el collar, las cartas, la varilla, el suave delfín. Dos, como una pareja.

Como "tú y yo".

Desde mis dos resplandecientes aves, os contemplo.

Y os quiero, a todos vosotros.

miércoles, 7 de abril de 2010

Un rayo de sol


Noche de magia, noche de ilusiones, noche de mil colores difuminados entre estrellas brillantes que danzan alocadas. Las lápidas y tumbas hoy tienen resplandores dorados, y tal vez no sea sólo por causa de las cien mil velas que sostienen y cuyas mechas también bailan haciéndole la competencia a las estrellas.

Hoy los demonios traviesos ponen música al cementerio, tentando a los ángeles de piedra a bajar del pedestal, y las hadas y duendes juegan y corretean canturreando mientras los espíritus hacen estallar mil flores de fuego en los cielos.

La arboleda sagrada se ha convertido en un ballroom de cristal poblada de destellos y de acordes, el rey gobbling dona su voz y su encanto de fae para acompasar la velada.

Y en el centro, vestida en blanco y turquesa, ella.

Yo. Alma Condenada.

Feliz. Viva. Plena.

Enamorada...




La lobo estaba, una vez más, en los acantilados. Ya no tenía muy claro por qué regresaba allí, tal vez fuera la fuerza de la costumbre. Ella bien sabía que su águila estaba muerta. Y que contemplar el vuelo de otras águilas, por muy semejantes que fueran, no le devolvería a su demonio perdido.

Pero sus sentimientos eran demasiado fuertes para despojarse de ellos sin más. El amor no es algo que se apague cada vez que se desvanece la Luna entre las nieblas del amanecer. Quizás por ello, permaneció tan fiel al recuerdo.

Ahora, aquella fidelidad ya no tenía sentido. Sin embargo, aquellos acantilados eran su lugar, y le gustaban.

El atardecer, su hora favorita. El cielo tenía un intenso color naranja estival en el horizonte, que se degradaba y oscurecía hasta un profundo violeta sobre ella. El viento se deslizó susurrante entre la hierba tras la lobo, espectante, ansioso, profetizando con su canción que aquél era un momento especial, que algo iba a tener lugar.

Y la lobo vio imágenes de un cementerio oculto en ninguna parte, vio a una chica que también alzaba la mirada al firmamento con inocente confusión como ella, vio la dorada Luna fulgurar más y más iluminando un círculo arbóreo y un árbol cuyos frutos eran esferas, vio aquel universo pararse por un segundo, como si contuviera el aliento.

Tan sólo era un rayo de sol, veloz e inaprensible.

Pero en un abrazo oro y zafiro volvió del revés el mundo entero.

Y la lobo echó a correr, persiguiendo ese rayo, riendo, olvidando los acantilados y dejando en ellos el aullido elegíaco, el alma rota y el recuerdo.


(Por fin he aceptado que mir demonio está muerto, por fin es otro rostro el que anida en mis pensamientos... por fin tengo ganas de luchar por un sueño.)