Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




viernes, 19 de septiembre de 2008

Reflexiones



Curiosa es la vida, que nos lleva por senderos jamás imaginados. Dicen que la vida es un cúmulo de experiencias, o un gran viaje, o incluso es, simplemente, existir.

Alguien dijo una vez que la vida es sueño, y los sueños sueños son. Y yo digo que sabemos que estamos vivos porque amamos y odiamos, porque disfrutamos y sufrimos, porque en un sueño no lloras lágrimas de cristal ni construyes castillos de viento ni te unes a otras almas afines a la tuya. Por tanto, si la vida es sueño, y amamos y sufrimos... ¿es sueño o pesadilla?

De las ilusiones de la mente te puedes despertar, ya sea con un alba cruel o con un amanecer piadoso, que te arrancan de las entrañas de tu subconsciente para que te enfrentes a la dura realidad vital. Y todos, en algún momento, hemos deseado que efectivamente la vida fuese un sueño para poder despertarnos de ella.

Sobre todo con el amor.

El Alma Condenada sabe del amor. Sabe sobre todo que ella no puede amar a aquellos que no la aman. Gustar, desde luego, colgarse, también, pero amar... amar hasta que duela, hasta el paroxismo de la existencia, hasta que desees morir antes que verlo fallecer, eso no puede hacerlo. No si no es correspondida, pues el amor del Alma Condenada es como una llama o una flor, que si no se la alimenta no crece.

Pero son pocos los que pueden albergar el intenso y quizás excesivamente encadenante amor del Alma Condenada. Y tiene su riesgo. Un doble filo.

Una amante dijo una vez a su amado "Mi amor es la medida de mi odio. ¡Sabes cuanto te odio!". Tal cual leído, tal cual aplicado. Sólo si representaste algo para ella, o aún lo representas, sólo si ocupaste un hueco en los sentimientos del Alma Condenada, sólo entonces, podrás ser odiado por ella. Odiado con todas sus letras. Para aquellos que no le importan aplica el desprecio, el desdén, la indiferencia.

Para aquellos que ama, el odio.

Porque del uno al otro hay una línea muy fina haciendo de frontera. Y el sabor de la venganza es dulce, muy dulce... y por ello los maldice alzando sus ojos hacia la Luna, su protectora. Los maldice con sangre y los maldice con dolor. Uno ya empezó a sufrir los efectos. Veremos cuanto tarda en sufrirlos el segundo. La magia del Alma Condenada viene de la Naturaleza, no es buena ni mala, y sabe que siempre hay un precio. Esta vez, está dispuesta a pagarlo. En parte, lo ha pagado ya. Le han roto su rubí y sus sueños, y por las leyes de la magia tiene derecho a una venganza.

Y aunque vuelve a suspirar sobre el acantilado, esta vez sabiendo que de nuevo es libre sin desearlo, sonríe. No está sola, y nunca más lo estará.

El rubí es fuerte, se rompe pero regresa. Y reluce lleno de poder.

A la lobo se han unido más criaturas. Ahora sus compañeros lupinos son más, una nueva ave ánade se une a sus apreciados alados, y también se acercan otros, aún no está claro qué cuerpos portan, pero sí que son sus amigos. Y eso, ella no lo cambia por nada.

Que comience la cacería.



domingo, 7 de septiembre de 2008

Mil fragmentos de rubí



Cuentas las historias que el Alma Condenada jamás se redimiría, pues de ahí le venía su nombre. Sin duda no hay peor terquedad que quien no quiere la redención, pero también es cierto que no hay nada peor que quien intenta mil veces salvarse y no puede.

Hoy igual que ayer, y ayer igual que antaño, el Alma Condenada salió imprudentemente de su reino. Dejó atrás las puertas del cementerio y las lápidas enmudecidas para deambular por la realidad mortal, con sus almas amigas que la quieren. Más nunca aprende que cada vez que sale, es susceptible de ser herida.

Regresó con un brillante rubí incrustado en su pecho y un juguete en su mano izquierda.

Con velos negros abrazando su frágil cuerpo cual niebla de seda y sus largos cabellos mecidos por el viento, hubiera parecido la misma de no ser por sus ojos. Opacos, doloridos... vacíos. Algo le había sucedido, una tristeza que sus ojos delataban y que nadie podría haber borrado.

Descalza, caminaba, una alfrombra de hojas secas crujía a su paso. Su mirada perdida, extraviada, bogaba por insondables mundos de desdicha, porque los sueños que portaba esta vez no eran olvidados, si no rotos. Durante su vagar, se iba arrancando el rubí. Unas veces, de manera indolente, casi inconsciente, otras con furiosa rabia, algunas con una caricia temblorosa. Y el destino del rubí siempre era el mismo: acabar hecho pedazos arrojado por la mano del Alma Condenada. Pero en vano se esforzaba ella, pues la joya siempre reunía en el aire sus fragmentos y se ensamblaba de nuevo en el hueco de su pecho, que le correspondía como hogar y que ella tanto intentaba dejar vacío.

Cansada del juego, miró al juguete. Era una linda muñeca de cara de porcelana, blanca como la nieve y labios rojos cual vino oscuro. Bajo sus largas pestañas negras destacaban dos ojos increíblemente vivos, castaños y profundos como simas de la tierra. Sus cabellos eran oscuros, lisos y suaves, los llevaba sueltos. Iba vestida con un exquisito traje en miniatura de color negro y burdeos, adornado en plata. Pero la bella obra de arte estaba rota, finas grietas lo demostraban como una delicada red de araña sobre su porcelana.

El Alma Condenada acunó a la muñeca con expresión ausente, tarareando para sí una canción por ella inventada...


"You leave me...
Leave me in a corner,
leave me in a dark hole,
you buried me, forgotten,
I am just a broken doll
throw under the sad rain...
surviving in her frozen world..."



Caminando vacilante, canturreando en voz baja, meciendo su cuerpo y con él al juguete, se alejó sumergiéndose en su reino...

Pero ha dejado abiertas las puertas de su cementerio.