Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




domingo, 7 de septiembre de 2008

Mil fragmentos de rubí



Cuentas las historias que el Alma Condenada jamás se redimiría, pues de ahí le venía su nombre. Sin duda no hay peor terquedad que quien no quiere la redención, pero también es cierto que no hay nada peor que quien intenta mil veces salvarse y no puede.

Hoy igual que ayer, y ayer igual que antaño, el Alma Condenada salió imprudentemente de su reino. Dejó atrás las puertas del cementerio y las lápidas enmudecidas para deambular por la realidad mortal, con sus almas amigas que la quieren. Más nunca aprende que cada vez que sale, es susceptible de ser herida.

Regresó con un brillante rubí incrustado en su pecho y un juguete en su mano izquierda.

Con velos negros abrazando su frágil cuerpo cual niebla de seda y sus largos cabellos mecidos por el viento, hubiera parecido la misma de no ser por sus ojos. Opacos, doloridos... vacíos. Algo le había sucedido, una tristeza que sus ojos delataban y que nadie podría haber borrado.

Descalza, caminaba, una alfrombra de hojas secas crujía a su paso. Su mirada perdida, extraviada, bogaba por insondables mundos de desdicha, porque los sueños que portaba esta vez no eran olvidados, si no rotos. Durante su vagar, se iba arrancando el rubí. Unas veces, de manera indolente, casi inconsciente, otras con furiosa rabia, algunas con una caricia temblorosa. Y el destino del rubí siempre era el mismo: acabar hecho pedazos arrojado por la mano del Alma Condenada. Pero en vano se esforzaba ella, pues la joya siempre reunía en el aire sus fragmentos y se ensamblaba de nuevo en el hueco de su pecho, que le correspondía como hogar y que ella tanto intentaba dejar vacío.

Cansada del juego, miró al juguete. Era una linda muñeca de cara de porcelana, blanca como la nieve y labios rojos cual vino oscuro. Bajo sus largas pestañas negras destacaban dos ojos increíblemente vivos, castaños y profundos como simas de la tierra. Sus cabellos eran oscuros, lisos y suaves, los llevaba sueltos. Iba vestida con un exquisito traje en miniatura de color negro y burdeos, adornado en plata. Pero la bella obra de arte estaba rota, finas grietas lo demostraban como una delicada red de araña sobre su porcelana.

El Alma Condenada acunó a la muñeca con expresión ausente, tarareando para sí una canción por ella inventada...


"You leave me...
Leave me in a corner,
leave me in a dark hole,
you buried me, forgotten,
I am just a broken doll
throw under the sad rain...
surviving in her frozen world..."



Caminando vacilante, canturreando en voz baja, meciendo su cuerpo y con él al juguete, se alejó sumergiéndose en su reino...

Pero ha dejado abiertas las puertas de su cementerio.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Con la libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería perfectamente feliz? Oscar Wilde

Kimuko dijo...

Si la puerta del cementerio esta abierta aun no esta todo perdido :*

Anónimo dijo...

Una pequeña rata deambula por entre libros. Estos son más altos que ella, cubiertos de polvo y de páginas apergaminadas y quebradizas, otros de cubiertas nuevas y lustrosas, con el olor a tinta recien impresa, la ratita de pelaje gris no presta atención ni a unos ni a otros.

El suelo es gris, igual que las paredes, igual que el techo, todo es gris. Execepto los libros viejos y nuevos amontonados de cualquier manera, o esparcidos por el suelo, mientras algunas hojas arrancadas vuelan sobre la cabeza de la ratita, estas son las que ella busca, extiende una garra diminuta y atrapa la hoja que buscaba.

Mueve las pequeñas patitas lastimeras, hasta llegar a la pared desigual, informe, curvada sobre si misma, y busca la única ranura de su prisión. Cuela la hoja por ella, y la ratita imagina como ahora un pensamiento se libera, y llega al exterior de la biblioteca siempre gris.


El dolor es como el fuego del alma, destruye lo que toca, convirtiendolo en cenizas y jirones.

Pero así como las llamas cierran las heridas de la carne, el dolor hace lo propio con las del alma.

Extendido: solo trae perdición y olvido. Controlado, recuerdo y pesar. Pero controlado irá mermando, lentamente, tan lentamente que siempre parezca estar ahí, hasta que forme parte de ti, una parte que no puedes negar ni odiar ni rechazar, pero tan pequeña, que no será más que otra mota entre los cimientos de una vida. Porque ese es el destino de todos los pasados.

- una pequeña ratita gris

Marina dijo...

Piensa que siempre es bueno tener una piedra preciosa, y piensa que no todas vuelven a estar en el lugar que les pertenece, así que en parte eres una persona con suerte, y con un rubí enorme, roto, pero enorme.

Cal-vorota dijo...
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