Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




lunes, 30 de mayo de 2011

Sonrojo


El Alma Condenada regresó a su cementerio bañada por la Luna llena. Vestida totalmente de blanco, caminaba con paso agitado por las avenidas de mármol, mientras que los demonios susurraban divertidos a los ángeles de piedra mirándola entre las alas de sus soportes.

El rostro oculto, el rubí brillando y palpitando enloquecido, corrió por su sagrada arboleda, presa de una confusión que a sus esencias se les antojaba tierna. Encaramado a las ramas del Árbol de las esferas, la sombra, el Trobador, sonreía burlonamente.

Ella danzó en el espacio circular, agitada, nerviosa... como una niña. Auroras boreales de música y magia revoloteaban siguiendo sus giros.

La Sombra del Trobador dejó escapar una risa maliciosa mientras descendía cabalgando el viento y acariciaba cariñosamente sus cabellos, revolviéndolos.

"¿Cúando fue la última vez que te vi así?"

"No lo sé..."

Vergüenza, turbación, confusión, timidez... vulnerabilidad.

Por una vez, en la cámara de rojos velos, en el centro del rubí, quien predominaba era la figura desnuda, su piel dorada rielando y brillando en risas destellantes y bailes mágicos en el aire, para deleite de su oscura compañera rodeada de máscaras, que se limita a observar, sonriendo tenuemente.

Y la Sombra, el Trobador, siguió riendo y disfrutando del rubor que teñía el rostro del Alma Condenada, de sus ojos brillantes y sus gestos inquietos.

De un sonrojo ocultado durante largo, largo tiempo.


(Y es que esa también soy yo... a veces, muy pocas, dama y princesa. Del mismo modo que los guerreros ocultan donceles y poetas...)

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