Brillante Carnaval. ¡Cómo relucen las máscaras! Bailarines se delizan por el salón de paredes de espejos, en fabulosos trajes de otros seres, que les muestran al mundo tal como son. Colores, fulgores, susurros de telas rozándose... ¡mira como destellan las esferas de cristal!
Cien cajas de música dentro de una burbuja de mercurio encantan el baile a la luz de innumerables velas, mil criaturas condensadas en las máscaras que los liberan a sus bajos intintos y personalidades verdaderas.
¿Qué hay más errado que el concepto de una máscara? Pues dicen que se usan para ocultar el verdadero rostro, pero al ponérselas en Carnaval los seres muestran la verdad. Son la llave irisada a la libertad de mostrarnos reales, gracias a su anonimato. ¡Oh, gloriosos disfraces! ¡Trajes de ilusiones tejidos, por soñadores vestidos, por amantes removidos!
Danza, magia, danza... y llévanos contigo en esta orgía de los sentidos, en este desenfreno en el que ebrios de liberación nos consumimos durante noches prohibidas que, terminada la fiesta, se olvidan y no se mencionan, en un pacto de silencio forzado por la hipocresía. ¿Tras ese antifaz no estabas tú?
He vestido tu deseo y he vestido mi desafío.
Y al Rey de los Goblings sigo esperando, en estas noches sagradas donde puedo mostrarme en mi totalidad, sin máscaras ni engaños. En este salón de caras cubiertas donde soy la encarnación de la inocencia.
¿Pues no es inocente quien llora?
¡Que la música no cese, brillantes fulgores, que el encanto de las ilusiones dure eternamente! ¡Máscaras, trajes y capas, os conmino!
Ojalá cada noche fuese tu reino, Carnaval de mis sueños prohibidos.
Cien cajas de música dentro de una burbuja de mercurio encantan el baile a la luz de innumerables velas, mil criaturas condensadas en las máscaras que los liberan a sus bajos intintos y personalidades verdaderas.
¿Qué hay más errado que el concepto de una máscara? Pues dicen que se usan para ocultar el verdadero rostro, pero al ponérselas en Carnaval los seres muestran la verdad. Son la llave irisada a la libertad de mostrarnos reales, gracias a su anonimato. ¡Oh, gloriosos disfraces! ¡Trajes de ilusiones tejidos, por soñadores vestidos, por amantes removidos!
Danza, magia, danza... y llévanos contigo en esta orgía de los sentidos, en este desenfreno en el que ebrios de liberación nos consumimos durante noches prohibidas que, terminada la fiesta, se olvidan y no se mencionan, en un pacto de silencio forzado por la hipocresía. ¿Tras ese antifaz no estabas tú?
He vestido tu deseo y he vestido mi desafío.
Y al Rey de los Goblings sigo esperando, en estas noches sagradas donde puedo mostrarme en mi totalidad, sin máscaras ni engaños. En este salón de caras cubiertas donde soy la encarnación de la inocencia.
¿Pues no es inocente quien llora?
¡Que la música no cese, brillantes fulgores, que el encanto de las ilusiones dure eternamente! ¡Máscaras, trajes y capas, os conmino!
Ojalá cada noche fuese tu reino, Carnaval de mis sueños prohibidos.