Si en mis manos estuviera el reloj de arenas de coral que maneja el tiempo del mundo, piensa el Alma Condenada, esta lápida no la tallaría jamás. O quizás sí.
Porque corto o largo, el lapso que dura la consecución de tu deseo se ve impregnado por este sentimiento.
¿Cúan dulce es, y cúan desesperante?
Con los nervios a punto de estallar, el corazón se desboca de sólo pensar en lo poco que falta para poderlo lograr.
¡Oh, inquieta espectación!
¡Ya no puedo aguantar más!
La espera me está matando
cuando sé que pronto llegará
lo que tanto he deseado...
¡Por fín se cumplirá!
Incapaz de estarme quieta
corro con mi vestido al viento,
y por todo mi castillo
se respira un aire quieto
en el tiempo detenido.
Y sintiendo que se acerca
vuelo hasta la entrada
donde mis ojos alerta
otean el horizonte,
mirando fijamente la senda.
¡Ah, profunda expectación!
(Cuando sientas tu corazón latir deprisa, cuando sientas tu respiración más veloz, es que llega lo que tanto deseaste y este sentimiento ha besado tu alma y tu voz...)