Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




viernes, 29 de julio de 2011

Mirando las estrellas...



En estos últimos tiempos, la melancolía se apodera de mi ser con frecuencia. No importa cuán correctos y agradables estén las cosas o amables y divertidos sean los que me rodean, algo me arrastra... y se adueña de mí, sumergiéndome en un estado semiletárgico.

Exhalo el humo de mi interior y contemplo como se retuerce en caprichosas espirales, muy lentamente, mientras el viento lo arrastra hacia el cielo como un sendero encantado. Un camino mágico de plata y sueños que me llama.

Y miro las estrellas. Siempre me ha gustado mirarlas, y hablar con ellas. ¿Loca? Es un epíteto que se suele dar a poetas, soñadores y enamorados; ya que soy las tres cosas, es correcto atribuírmelo. Pero la Luna, las estrellas y la noche siempre me han alentado a hacerles confidencias en medio de la naturaleza, en voz susurrante, sólo para ellas.

En esa profunda soledad melancólica, admiro las joyas de la naturaleza, que ningún ser podrá jamás igualar o recrear, ésas que sólo duran un instante y a la vez son eternas: atardeceres, noches brillantes, cielos salpicados de nubes, el olor del verano, el sonido del otoño...

¿Por qué me siento así? No lo sé. Pero hay quienes dicen que mis ojos se ven tristes. Y al ver mi reflejo, siento que no se equivocan. Hay un hondo vacío en mi interior que no consigo llenar. Llevo esperando demasiado tiempo.

¿Rendirme? No es un opción. Hace ya muchos giros de sol que miré a los ojos al Abismo, y lo rechacé. No, no puedo entregarme a tí, no mientras haya quien me ame. No mientras haya quien me necesite. Y aunque a veces dichas palabras sólo definan a mi familia, no puedo entregarme al Abismo.

Mi vacío es tan inmenso... mi amor es demasiado intenso. Ya sea para recibirlo o colmarlo. Por eso, debo aguardar. Porque no cualquier criatura lo puede soportar.

Amar y ser amada... al final, a ello se reduce.

Cantad, estrellas, brillad para este Alma Condenada.



(Cuando la melancolía me devora, no sé que hacer... aferrarme a un futuro cargado de promesas? ¿O a hermosos recuerdos del pasado? Lo único que sé es que el presente no me basta...)