Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




miércoles, 29 de diciembre de 2010

El recuerdo, mi eterno regalo



Calma y silencio, susurros del viento, misterios. En la arboleda, un cúmulo de bruma plateada reposa ante el Árbol de la Esferas, teñido de dorado por las llamas de las pequeñas velas que alumbran el lugar y acunado por el rumor lejano de las criaturas nocturnas.

El Alma Condenada, vestida de blanco y plata, se acercó al corazón de su reino con una sonrisa pausada y pronunció su nombre.

La Sombra del Trovador adoptó el reflejo que era su rostro, despertando del sueño que lo devolvía a su forma original de neblina.

"¿Por qué yaces aquí?"

"Te esperaba... te aguardo desde ayer. ¿No fue acaso la noche natal? ¿No fue la hora de la ofrenda?" miró a su alrededor, donde la tranquilidad asentada su dominio. "No... no has celebrado nada..."

Ella le miró con una sonrisa triste.

"Podría decirte ahora que efectivamente me olvidé porque ya no me importa. Pero no sería cierto, al menos no del todo. Sí que lo recordé. Pero las palabras no brotaron, porque ya no toca mi Rubí."

Suspiró, inclinándose ante el epitafio y leyendo, una vez más, las palabras talladas en la roca.

"¿Qué sentido tendría continuar la ofrenda? ¿Qué sentido tiene seguir esperando por quien no pretende llegar nunca, llorar por alguien que no sufre tus lágrimas, llamar a un nombre que no escucha tu voz? Sólo me queda un último regalo, y es el único que entregaré cada día, cada año."

Clavó su mirada más allá de la roca y la tierra, hasta las entrañas de la tumba que alberga lo que en otro tiempo fue la Gran Esfera.

"Mi regalo es el recuerdo."

La Sombra sonrió torcidamente y siseó.

"¿Qué sentido tiene regalar recuerdo al que te regaló olvido? Nunca ha merecido ni uno solo de tus regalos"

Ella no respondió. Girándose, se acomodó sobre el suave musgo bajo el Árbol, apoyando su espalda en el epitafio, y contempló el cielo, las ramas cuajadas de esferas, las criaturas de su reino que, ahora sí, iniciaban los preparativos de una celebración.

La del fin de un año más.

Y el Alma Condenada sonrió. Su existencia sa había vuelto más agitada, su corazón más fuerte.

Ya no importaba que sólo quedase el recuerdo.

Ya no importaba que no hiciera nacer más palabras.

Su reconstruído Rubí ya no se rompía, ya no se podía mellar. Que no hubiera pensado siquiera en palabras para su noche natal marcaba el punto sin retorno, el final.

El acto de recordarlo será el último regalo que le hará.


(Cuando la vida se vuelve tan agitada a tu alrededor, no te das cuenta de ciertas cosas hasta que te paras a pensar en ella. El hecho de no sentir tristeza por no tener nada más que la promesa a mí misma de no olvidar, el hecho de no sufrir por ella, de que, a pesar de recordar la fecha, mi inspiración permaneciese muerta... sólo pueden significar que ahora realmente sólo queda el recuerdo...)