Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




viernes, 15 de mayo de 2009

Inseguridad


Si pides ser libre para caminar por tí mismo, debes atenerte a las consecuencias de esta petición... de tener que recorrer por tu propio pie el camino que ninguna luz ilumina, de apartar con tu propia mano el velo desgarrado del destino...

Y en el sendero aparecen lechos de musgo donde reposar, muros de fuego que atravesar, bibliotecas para sepultarte y sepultar sus conocimientos en tu memoria, salvajes océanos que cruzar y encrucijadas donde converger con otros caminos extraños y desconocidos.

Es entonces, vulnerable, cuando sentiras su hálito en tu espalda.

Pero el Alma Condenada no la teme, porque conoce el elixir contra esta enfermedad. Posee la Llave.

Tallando esta nueva elegía, exorciza su presencia.

Porque tan sólo hace falta un poco de valor para hacerla desaparecer.





Sola, libre, ante mí está el camino, y sólo yo puedo decidir en qué dirección irán mis pisadas. Se me otorga el poder de la elección, que conlleva al enfrentamiento con lo que aún no ha sucedido.

Nada puede atisbarse en el horizonte, visión prohibida. Debo ser yo quien se arriesge a saltar, cerrando los ojos y creyendo que debajo de mis pies habrá suelo.

La magnitud del acto me aterra. Vulnerable, palpitante, con la garganta atenazada, corro a esconderme en antiguos callejones familiares, donde los viejos olores me devuelven a tiempos en que otros tomaban las decisiones. ¡Qué fácil era despositar esa carga en ellos...! Acurrucada en mi esquina, arrancando notas de mi viejo violín, siento el deseo de volver a ser niña, la niña que nunca he dejado de ser pero que ahora convive con la mujer en que me he convertido.

Me aferro a mis peluches, algunos ya descoloridos y desilachados, niego con la cabeza y aturdo mi mente entre los libros que he leído mil veces.

¿A fin de cuentas, escaparé?

Sólo hay un sendero que pueda librarme, y no lo tomaré. No me abandonaré al sueño de los que jamás despiertan sin antes luchar hasta mi último aliento.

Con mis propias manos desgarraré tus neblinas, Inseguridad.



(Crecer no significa dejar de ser niño, pero tomar decisiones significa que el adulto surge... ¿quién dijo que ambos no pueden convivir?)