Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




domingo, 28 de diciembre de 2008

Noche natal



Noche plácida, pausada, serena. La Luna se oculta casi por completo, convertida en una curva hoz dorada, y las estrellas campan a sus anchas en un cielo de terciopelo morado y negro.

Por las avenidas, danzan los duendes y las hadas, mientras los demonios juegan entre los ángeles de piedra. Hoy es noche de celebración. Pero la atmósfera está calmada, como si se celebrase algo muy antiguo, algo ya ocurrido, como una madre que recuerda el bebé que fue su hijo adulto. Con una dulce sonrisa en los labios.

El Alma Condenada baila y canta en el centro de su reino, entre los árboles sagrados. Se gira y contorsiona y lanza al aire su melodía, convirtiéndola en diamantes de luz y notas. Es un acto hermoso, puro, sencillo.

Un acto que lleva a cabo porque lo desea.

Y al llegar el apogeo de la noche perfecta, se desliza con tintineo de campanillas de cristal hacia el árbol de las esferas, que hoy relucen con tonos de metal dorado.

Con el Rubí latiendo en sus manos, se arrodilla junto a las raíces, junto al epitafio y la tierra esponjosa. El Rubí se transforma en una copa que ella inclina sobre la tumba y derrama, gota a gota, un líquido precioso, como estrellas acuáticas o lágrimas de dioses.

De entre sus ropas saca una espada que coloca sobre la tierra recién regada, una rama de verdes hojas, un laúd de sauce y una concha nacarada.

Son sus regalos.

Sella la entrega con un beso en el epitafio.

Es su regalo.

No han hecho falta palabras. No harán falta.

Ella sabe, y con eso, es suficiente.





(Cuéntame que hay al otro lado del silencio...)

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Una vez en Diciembre


- En mi Mundo, la noche es eterna, a veces llena de rutilantes estrellas, a veces completamente negra. En mi Mundo, siempre es estío, con cálidas brisas y vibrantes aromas. En mi Mundo, siempre resuena una música secreta, en ocasiones un rugido, en ocasiones un susurro. Éste es mi Mundo, de mármol blanco y negro, de estatuas, de suelos de hierba y musgo, de árboles sagrados, de perfumes y melodías, de secretos, de sueños. Tú yaces en él. Y por tí, resuena esta canción en mi voz.-

Y con estas palabras, el Alma Condenada arrulló dulcemente al pie del árbol de las esferas antes de comenzar una diáfana danza al son de su propia garganta.

Porque una vez, en Diciembre, le fueron dichas unas palabras. Y ella aún puede oírlas.





(No murió ni morirá, esas palabras aún son escuchadas y la voz no ha enmudecido, oigo aún... en Diciembre...)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Haiku



Capturando el instante fugaz para grabarlo en la eternidad. Algún día, el Alma Condenada tallará uno propio.



Oshikaraji
kimi to tami to no
tame naraba
mi wa Musashino no
tsuyu to kiyu mo.


Sin rencor,
si es por vos, mi señor,
y por vuestro pueblo
desapareceré con el rocío
en la llanura de Musashi.

(Porque mi vida va antes que cualquier otra condición)



Wasuregai
hiroi shi mo seji
shiratama o
kouru o dani mo
katami to omowan.


No reuniré
conchas de olvido,
sino perlas,
recuerdos de
mi antiguo y precioso enamorado.

(Jamás me entregaré el olvido, ni tampoco entregaré mis perlas a sus conchas)



Yugure wa
kumo no hatate ni
mozo no omou
amatsu sora naru
hito wo kou to te.


A la hora del ocaso
las nubes se alinean como estandartes.
Y pienso:
esto es lo que significa amar
a uno que vive más allá de mi mundo.

(Es como ese cielo azul, que por más que extiendas la mano no podrás alcanzarlo)


Cuando contemplo el ocaso, la noche estrellada, los rayos del sol sobre el agua, una gota de rocío en una flor, una avenida de hojas secas como polvo de oro, el trino de un pajaro o el aleteo de una pluma, el tiempo se detiene. Y el Alma Condenada sueña entonces con un tranquilo jardín bajo el cielo naranja del atardecer, donde una suave brisa esparza calidez mientras lee, escribe o conversa con tranquilidad. Donde el mundo exterior no tiene cabida y no importa, donde resuena a todas horas una dulce y serena música secreta, acompasada por los sonidos del agua.
¿Existirá algún día mi soñado Paraíso?