Toda historia tiene un principio...


... y esta aún no ha llegado a su final.

Pero para entender el Ahora, debes conocer el Ayer.

En esta crónica plagada de claves, de secretos, de metáforas, simbolismos y sueños, sólo quienes comiencen el viaje desde el mismo punto en que se inició lograrán comprenderlo.

Toda historia tiene un Principio. Comiénzalo.




martes, 27 de mayo de 2008

Adiós



Adiós, palabra dicha.

Adiós, palabra perdida,
sin ninguna esperanza de volver.

Adiós, cuanto duele
sincerarse y mostrar la verdad.

Adiós, ya todo ha sido dicho,
ya no hay dudas sobre el final.

Adiós, sólo eso puedo decirte,
pues si te sujeto una vez más no te podré soltar.

Adiós, el fin de un sueño
que jamás sería real.

Adiós, esa difícil palabra
que a todos nos cuesta decir,
que guardamos en el fondo del alma
por esperar un reencuentro,
por creer en un "hasta luego".

Adiós, yo ya nada espero,
yo fui quien lo dijo y se condenó.

Adiós, el daño ya existía,
la culpa nadie la tuvo.

Adiós, qué cruel elegía,
despedida definitiva.

Adiós, el tiempo se ha ido,
el tiempo al que no se puede volver.

Adiós, yo no vuelvo la vista atrás,
para no tener que ver que tú no me detendrás.

Adiós, adiós por siempre, a tí renuncio por completo. Quiero que seas totalmente libre de mí, ahora sabes la verdad, ahora ya no puedo rectificar. Ojalá no me arrepienta de esta difícil decisión, ojalá seas inmensamente feliz, y también alcance yo esa dicha.

Me hubiera gustado pasar más tiempo contigo.

Pero ya no va a ser posible.

Y sólo queda mi susurro, eco de muerte, reflejo de determinación.

Adiós, amor, adiós.



(El fin del ciclo quizás haya llegado, ahora sólo queda asimilarlo y seguir hacia delante...)

jueves, 22 de mayo de 2008

Ni lo intenté quizás...



A veces, en los muros de los muertos quedan escritas palabras que no se dijeron a tiempo. Palabras que perecieron por no ser pronunciadas, y por eso habitan cementerios olvidados.


¿Acaso es mejor decirlas? ¿O que fallezcan? ¿Qué pueden desencadenar?

El Alma Condenada ni tan siquiera llora al leerlas. No sabe si se arrepiente o fue lo mejor. Hoy no está precisamente triste, pero siente una opresión en el pecho y fuego en los ojos, preludio de la tormenta inminente, y en su mente danzan macabras imágenes de desgracia funesta, en las que mata y ríe y es bañada con la sangre de aquellos a los que ella misma despedaza.

Se ha dado cuenta... ¿o quizás siempre lo supo?, que no es capaz de amar si no es amada. A su corazón no le hace sufrir la distancia ni la separación si no fue ni es amada, porque en ese caso ella tampoco ama como puede llegar a hacerlo.

¿En qué la convierte eso?

El águila que una vez la amó voló lejos para no regresar. Con ella se llevó todas las lágrimas, dedicadas tan sólo a su persona.

El felino que tendió sus garras para ayudarla a levantarse no logra hacerlas brotar, porque no se permite sentir.

Y el Alma Condenada tiene demasiado miedo a que vuelvan a destrozar su corazón. Tiene miedo a volver a entregarse, pero tiene aún más miedo a no volver a ser amada. Porque ello significará que ella no volverá a amar.

¿Debió decir estas palabras? ¿O dejar que se inscribieran en los recovecos de su dominio?




Nunca se me dio demasiado bien
poner las cartas sobre la mesa.
Nunca se me dio demasiado bien.
Y ahora nos volvemos a encontrar y me preguntas qué tal me va.


Quisiera ser capaz de decir la verdad,
decirte que me va realmente mal.
No te logré olvidar, ni lo intenté quizás.
Quisiera ser capaz, mirarte y no temblar,
decirte que nadie me volvió a besar.
No te logré olvidar, ni lo intenté quizás.


Y en lugar de eso sonrío y tiemblo,
y te cuento que ya acabé la facultad,
me puse a trabajar y me volví a enamorar.

Y en lugar de eso sonrío y pienso
por qué no seré capaz de decir la verdad.
Te pierdo una vez más.


Quisiera ser capaz de decir la verdad,
decirte que me va realmente mal.
No te logré olvidar, ni lo intenté quizás.
Quisiera ser capaz, mirarte y no temblar,
decirte que nadie me volvió a besar.
No te logré olvidar, ni lo intenté quizás.


Y ahora me quedan dos opciones:
quedarme quieta o echar a correr.

Y me pongo a correr,
ya que puedo perder,
verás es que no me va demasiado bien.
No te logré olvidar, ni lo intenté quizás.

Y me pongo a correr,
ya que puedo perder,
verás es que nadie me volvió a besar.
No te logré olvidar ni lo intenté quizás.

Y ahora ya te toca a ti acabar con esta historia,
y ahora ya te toca a ti decir las cosas.
Pon un punto y final o bésame sin más.

Y ahora ya te toca a ti, no vale callar,
esta vez no volveré a perderte una vez más.
No me voy a marchar sin saber el final.

Nunca se me dio demasiado bien
poner las cartas sobre la mesa,
nunca se me dio demasiado bien.

Y ahora nos volvemos a encontrar
y me preguntas que qué tal me va.
Y yo ya no sé, ya no sé ni que contestar.


(Mala canción con una gran letra, que quisiera haber dicho en su momento y ahora se desvanece en la niebla del sinsentido...)